Modelación y metamorfosis de la opinión pública: el caso de la guerra en Irak
José Arturo Salcedo Mena
Rebelión
La opinión pública es uno de los efectos principales que pueden producir los medios de comunicación, es un sujeto receptor que sufre la presión de los mensajes de los medios de comunicación.[2]
Lo anterior confiere a los medios una realidad que es determinante como ejercicio del poder. Los medios de comunicación poseen la virtud de tener efectos sobre las opiniones, actitudes y conducta de la gente; y en ocasiones se orientan hacia la producción y la transformación de los significados acerca de los acontecimientos. De aquí la necesidad de una actitud crítica que pueda desentrañar esos procesos de la producción, transformación y difusión de los significados.
El objetivo de este trabajo es exhibir la manera en que los medios de comunicación –principalmente estadounidenses– produjeron y transformaron el sentido de la guerra en Irak y la manera en que influyeron en la opinión pública. Para tal efecto, se realizó un estudio del contenido de los mensajes emitidos por los medios de comunicación durante los años 2003 y 2004 –años en que da comienzo y fin la guerra de Irak–, así como el efecto de éstos sobre el receptor.[3] Se evidencia el contraste entre una prensa demasiado crítica que surgió al fin de la guerra y su docilidad antes de ella, tendencia preocupante de los medios de comunicación estadounidenses (de mentalidad sesgada, en el sentido de que editores y reporteros no divergen demasiado de lo que todos los demás están escribiendo).
En un principio, los medios de comunicación se mostraron a favor de la guerra; incluso había un moderado consenso por parte de los liberales. Dos de los más fuertes partidarios de la participación de Estados Unidos fueron el Washington Post y el New York Times. Desde septiembre de 2002, ambos diarios comenzaron una campaña de histeria que aseguraba que el régimen de Saddam Hussein era una amenaza para la paz mundial, pues poseía armas de destrucción masiva y tenía vínculos con la red terrorista Al Qaeda. El 7 de marzo de 2003, el Post publicó en primera plana las declaraciones del Presidente Bush en cuanto a que no “dejará al pueblo estadounidense a merced del dictador iraquí y sus armas”.[4] El mismo día, el New York Times sostuvo que “Bush se ha decidido a ordenar el ataque tras recibir los últimos informes de inteligencia que comprueban que Irak posee armas de destrucción masiva, esperando decapitar el liderazgo del país al comienzo de la guerra”.[5] Un sondeo publicado por el diario estadounidense The Washington Post y ABC News sostuvo que casi tres de cada cuatro estadounidenses (74%) apoyaban en ese momento la guerra en Irak.[6]
Para mediados de 2003, los mismos periódicos mantuvieron una cobertura subordinada a la Casa Blanca, los medios de comunicación estadounidenses “... se convirtieron no sólo en fuentes del argumento oficial a favor de la guerra sino que la legitimaron”.[7]
Finalmente, el Times abandonaría a Bush a finales de 2003, cuando varios periodistas, como Jayson Blair, aceptaron que falsearon sus reportajes en lo que toca a la guerra de Irak.[8] El Post lo haría el 12 de agosto de 2004, cuando aceptó que su cobertura, previa a la guerra, se centró más en difundir la versión oficial sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak y los lazos del régimen de Saddam Hussein con la red terrorista Al Qaeda, que en cuestionar y verificar los argumentos del gobierno.[9] Al mismo tiempo, las cadenas de televisión se volvieron primero neutrales y luego cada vez más hostiles.
Junto con la postura de los medios de comunicación en torno a la guerra, cambió la opinión pública –no hay que olvidar que la opinión pública se puede crear, controlar y modificar desde la perspectiva de los medios y sus mensajes.[10] Hay tres razones por las que primero los medios de comunicación y después la opinión pública se volvieron en contra de la guerra. La primera es que los costos de la guerra ascendieron estrepitosamente, superando los cálculos que se habían previsto. El Congreso Estadounidense calculó que el conflicto y sus secuelas costarán 75 mil millones de dólares, de los cuales la mitad es insumida por los gastos de transporte de tropas y armamentos.[11] Adicionalmente, 62.5 mil millones de dólares aproximadamente es lo que costará la reconstrucción de Irak. Los estadounidenses, al conocer el costo económico de la cruzada americana en Medio Oriente, pidieron que los millones de dólares que se gastan en la guerra y ocupación fueran utilizados para algo que los beneficiara de manera directa como educación, vivienda, salud y empleos.[12]
La segunda razón fue el incremento de tropas en Irak; para enero de 2004, el número de soldados norteamericanos era de 2,500. El 15 de abril de este año, derrocado ya el régimen de Saddam Hussein, el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos anunció que “... aumentará el número de tropas que combaten en Irak para hacer frente a desafíos presentados en materia de seguridad”.[13] A medida que se elevaba el número de norteamericanos involucrados en la defensa del terreno y en los combates, aumentaba el número de los que eran heridos o muertos. Para julio de 2004, 904 soldados habían muerto.[14]
La tercera razón por la que Estados Unidos se puso en contra de la guerra no fue tanto la crítica de los editoriales de los periódicos, como la presentación amarillista y algunas veces tendenciosa de noticias. Los medios norteamericanos se tornaron muy parciales en algunos casos; con más frecuencia, fueron engañados, deliberada y hábilmente, o se engañaron a sí mismos. Ya no se habla de la insistencia de los medios sobre la existencia de un supuesto programa nuclear iraquí -que fue desmantelado por los inspectores de la Unscom antes de la guerra-, de que había armas de programas biológicos en Irak -que también fueron destruidas por la Unscom después de la primera guerra del Golfo-, de que aún existían armas químicas “de destrucción masiva” en territorio iraquí –que eran en realidad armas de campo de batalla cuyo alcance y potencial eran limitados-, y de las relaciones del régimen de Hussein con Al Qaeda y otras organizaciones terroristas -que fueron solamente especulaciones[15]-, sino del video difundido impertinentemente de la decapitación de un rehén estadounidense en Irak que resultó ser falso.[16]
Por otra parte, las fotografías difundidas de niños incinerados por los bombardeos estadounidenses dio la impresión de que muchos miles de niños iraquíes habían muerto. A lo anterior se deben sumar las declaraciones del Comité Internacional de la Cruz Roja que describían la intervención como una “catástrofe humana”.[17] Además, los medios de comunicación estadounidense llegaron a un punto tal que informaron sobre los ataques llevados a cabo por soldados estadounidenses sobre Faluja, “... a pesar de la suspensión de las hostilidades... por el administrador civil estadounidense en Irak, Paul Bremen”.[18]
Otros hechos que perjudicaron mucho la imagen de Estados Unidos durante y después de la guerra y que indignó sobremanera a la comunidad periodística norteamericana y por consiguiente a la población, fueron los ataques al Hotel Palestine en Bagdad (donde se alojaba la prensa internacional) el 17 de agosto de 2003, cuando soldados norteamericanos confundieron una cámara de video con un lanzamisiles. Además, días antes soldados norteamericanos abrieron fuego en Khaldiya (a unos 80 km. de Bagdad) sobre un vehículo de prensa marcado AP y habían disparado contra un camarógrafo de la agencia Reuters mientras grababa en el exterior de la cárcel de Abu Ghraib.[19] Murieron tres reporteros durante estos eventos, sin embargo la magnitud de estas muertes fueron multiplicadas por tres por los medios de comunicación norteamericanos.
El deslindamiento de los medios de comunicación y la Casa Blanca llegó a un pico decisivo cuando se informó sobre los abusos contra prisioneros iraquíes. Las fotos publicadas muchas veces y sin censura de soldados estadounidenses que vejaron “por diversión” a prisioneros iraquíes en la cárcel Abu Ghraib, causó la convicción de que era habitual que se diera ese trato a los soldados prisioneros capturados por Estados Unidos. Como lo advirtió John Warner, Presidente de la Comisión de Fuerzas Armadas en el Senado, estas acciones “indignantes y totalmente inaceptables de la conducción militar”, socavaron “buena parte del trabajo... de nuestras fuerzas contra el terrorismo”[20].
Finalmente, la crisis del gobierno, en cuanto a la legitimación que le dieron en su momento los medios de comunicación, estaría por demás evidente cuando publicaron el hecho de que altos funcionarios de la administración de Bush abogaban por la invasión a Irak aun antes de que éste asumiera la presidencia. Los hechos del 11 de septiembre de 2001 resultó ser “una oportunidad” para invadir Irak; incluso, el día 12 del mismo mes Paul Wolfowicz, Subsecretario de Defensa, ya hablaba de atacar Irak. A pesar de no existir razones suficientes para vincular el 11-S con el régimen iraquí, los neoconservadores iniciaron una campaña de mentiras que convenció al pueblo estadounidense de que Saddam Hussein estaba atrás de la tragedia.[21]
A pesar de que en su momento los medios de comunicación fueron el brazo propagandístico de Bush para legitimar la guerra y de haber sido el instrumento para convencer al pueblo estadounidense de que apoyaran la guerra, aceptarían definitivamente que no ejercieron su papel de cuestionar y criticar la línea oficial del gobierno. The New York Times, CNN, The Washington Post y The Columbia Journalism Review, entre otros, aceptarían oficialmente su subordinación a la opinión oficial además de haber jugado un papel importante en la legitimación de la misma.[22]
La cobertura televisiva no sólo nacional sino también internacional se hizo desde un principio cotidiana e intensa. Reporteros y editorialistas, a mitad del conflicto, actuarían contra los intereses norteamericanos. Incluso, se llegó a generar la idea de que Estados Unidos estaba combatiendo una guerra injusta y sin esperanza.
Todos estos acontecimientos reportados por los medios de comunicación estadounidenses provocaron que la sociedad norteamericana analizara y criticara fuertemente la guerra en Irak. El 23 de junio de 2004, una encuesta realizada por la cadena de televisión CNN y el diario USA Today reveló que los estadounidenses habían llegado al convencimiento mayoritario de que la intervención militar en Irak había sido un error; el sondeo indicó que el 54 por ciento de los estadounidenses pensaba que el Gobierno del presidente George W. Bush había cometido un error al invadir Irak.[23]
La población estadounidense comenzó a presionar al gobierno para que diera por culminada su intervención; vidas humanas perdidas, aunadas a la frustración de padres de familia al observar que sus hijos son enviados a la muerte, ha causado la oposición a la ocupación estadounidense. El 20 de marzo de 2004 miles de personas se manifestaron en Nueva York para pedir el retorno de tropas y el fin de la ocupación en Irak además de pedir el rechazo del gobierno de Bush en las urnas.[24]
Se puede prever que en breve habrá un desmoronamiento del liderazgo norteamericano, si es que no lo estamos presenciando ya, que se acelerará dada la reacción mediática respecto a la ocupación de Irak. Más congresistas se sumarán en contra de la ocupación y se opondrán a enviar más refuerzos. Es probable que George Bush II pierda definitivamente la batalla de la propaganda –tanto en su país como en el extranjero– porque los medios de comunicación están enseñando a odiar al jefe del poder ejecutivo de la nación más poderosa.
Si bien es cierto que los medios reflejan la opinión pública, también es cierto que muchas veces los medios son los que dan forma a las percepciones públicas e incluso la opinión pública es modelada por los medios de acuerdo con intereses que no son perceptibles en primera instancia –como en el caso que trata este escrito.
Una dramatización artificial de los acontecimientos en público es el primer paso a una percepción pública negativa del proceso. Esto es exactamente lo que ocurrió en torno a la guerra de Irak. Los medios de comunicación, como se corroboró en este ensayo, pueden modificar y controlar la percepción y la experiencia del lector-espectador sobre los temas de ámbito político. Los medios de comunicación condicionan cada vez más las decisiones políticas mediante la selección de lo que muestran. En Estados Unidos eso se llama foreign policy by NBC, es decir, que los medios de comunicación determinan la política exterior de este país.
Los lectores-espectadores, como lo señala Sheldon Rampton[25], deben pensar seriamente en la era de la información en que viven, y las maneras en que los medios de comunicación pueden funcionar como instrumentos de propaganda; es necesario que el lector-espectador, antes de dejarse bombardear de información por los medios, debe educarse a sí mismo, volverse pensador crítico-analítico, para evitar que instituciones, gobiernos y corporaciones le digan qué pensar.
José Arturo Salcedo Mena
Rebelión
La opinión pública es uno de los efectos principales que pueden producir los medios de comunicación, es un sujeto receptor que sufre la presión de los mensajes de los medios de comunicación.[2]
Lo anterior confiere a los medios una realidad que es determinante como ejercicio del poder. Los medios de comunicación poseen la virtud de tener efectos sobre las opiniones, actitudes y conducta de la gente; y en ocasiones se orientan hacia la producción y la transformación de los significados acerca de los acontecimientos. De aquí la necesidad de una actitud crítica que pueda desentrañar esos procesos de la producción, transformación y difusión de los significados.
El objetivo de este trabajo es exhibir la manera en que los medios de comunicación –principalmente estadounidenses– produjeron y transformaron el sentido de la guerra en Irak y la manera en que influyeron en la opinión pública. Para tal efecto, se realizó un estudio del contenido de los mensajes emitidos por los medios de comunicación durante los años 2003 y 2004 –años en que da comienzo y fin la guerra de Irak–, así como el efecto de éstos sobre el receptor.[3] Se evidencia el contraste entre una prensa demasiado crítica que surgió al fin de la guerra y su docilidad antes de ella, tendencia preocupante de los medios de comunicación estadounidenses (de mentalidad sesgada, en el sentido de que editores y reporteros no divergen demasiado de lo que todos los demás están escribiendo).
En un principio, los medios de comunicación se mostraron a favor de la guerra; incluso había un moderado consenso por parte de los liberales. Dos de los más fuertes partidarios de la participación de Estados Unidos fueron el Washington Post y el New York Times. Desde septiembre de 2002, ambos diarios comenzaron una campaña de histeria que aseguraba que el régimen de Saddam Hussein era una amenaza para la paz mundial, pues poseía armas de destrucción masiva y tenía vínculos con la red terrorista Al Qaeda. El 7 de marzo de 2003, el Post publicó en primera plana las declaraciones del Presidente Bush en cuanto a que no “dejará al pueblo estadounidense a merced del dictador iraquí y sus armas”.[4] El mismo día, el New York Times sostuvo que “Bush se ha decidido a ordenar el ataque tras recibir los últimos informes de inteligencia que comprueban que Irak posee armas de destrucción masiva, esperando decapitar el liderazgo del país al comienzo de la guerra”.[5] Un sondeo publicado por el diario estadounidense The Washington Post y ABC News sostuvo que casi tres de cada cuatro estadounidenses (74%) apoyaban en ese momento la guerra en Irak.[6]
Para mediados de 2003, los mismos periódicos mantuvieron una cobertura subordinada a la Casa Blanca, los medios de comunicación estadounidenses “... se convirtieron no sólo en fuentes del argumento oficial a favor de la guerra sino que la legitimaron”.[7]
Finalmente, el Times abandonaría a Bush a finales de 2003, cuando varios periodistas, como Jayson Blair, aceptaron que falsearon sus reportajes en lo que toca a la guerra de Irak.[8] El Post lo haría el 12 de agosto de 2004, cuando aceptó que su cobertura, previa a la guerra, se centró más en difundir la versión oficial sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak y los lazos del régimen de Saddam Hussein con la red terrorista Al Qaeda, que en cuestionar y verificar los argumentos del gobierno.[9] Al mismo tiempo, las cadenas de televisión se volvieron primero neutrales y luego cada vez más hostiles.
Junto con la postura de los medios de comunicación en torno a la guerra, cambió la opinión pública –no hay que olvidar que la opinión pública se puede crear, controlar y modificar desde la perspectiva de los medios y sus mensajes.[10] Hay tres razones por las que primero los medios de comunicación y después la opinión pública se volvieron en contra de la guerra. La primera es que los costos de la guerra ascendieron estrepitosamente, superando los cálculos que se habían previsto. El Congreso Estadounidense calculó que el conflicto y sus secuelas costarán 75 mil millones de dólares, de los cuales la mitad es insumida por los gastos de transporte de tropas y armamentos.[11] Adicionalmente, 62.5 mil millones de dólares aproximadamente es lo que costará la reconstrucción de Irak. Los estadounidenses, al conocer el costo económico de la cruzada americana en Medio Oriente, pidieron que los millones de dólares que se gastan en la guerra y ocupación fueran utilizados para algo que los beneficiara de manera directa como educación, vivienda, salud y empleos.[12]
La segunda razón fue el incremento de tropas en Irak; para enero de 2004, el número de soldados norteamericanos era de 2,500. El 15 de abril de este año, derrocado ya el régimen de Saddam Hussein, el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos anunció que “... aumentará el número de tropas que combaten en Irak para hacer frente a desafíos presentados en materia de seguridad”.[13] A medida que se elevaba el número de norteamericanos involucrados en la defensa del terreno y en los combates, aumentaba el número de los que eran heridos o muertos. Para julio de 2004, 904 soldados habían muerto.[14]
La tercera razón por la que Estados Unidos se puso en contra de la guerra no fue tanto la crítica de los editoriales de los periódicos, como la presentación amarillista y algunas veces tendenciosa de noticias. Los medios norteamericanos se tornaron muy parciales en algunos casos; con más frecuencia, fueron engañados, deliberada y hábilmente, o se engañaron a sí mismos. Ya no se habla de la insistencia de los medios sobre la existencia de un supuesto programa nuclear iraquí -que fue desmantelado por los inspectores de la Unscom antes de la guerra-, de que había armas de programas biológicos en Irak -que también fueron destruidas por la Unscom después de la primera guerra del Golfo-, de que aún existían armas químicas “de destrucción masiva” en territorio iraquí –que eran en realidad armas de campo de batalla cuyo alcance y potencial eran limitados-, y de las relaciones del régimen de Hussein con Al Qaeda y otras organizaciones terroristas -que fueron solamente especulaciones[15]-, sino del video difundido impertinentemente de la decapitación de un rehén estadounidense en Irak que resultó ser falso.[16]
Por otra parte, las fotografías difundidas de niños incinerados por los bombardeos estadounidenses dio la impresión de que muchos miles de niños iraquíes habían muerto. A lo anterior se deben sumar las declaraciones del Comité Internacional de la Cruz Roja que describían la intervención como una “catástrofe humana”.[17] Además, los medios de comunicación estadounidense llegaron a un punto tal que informaron sobre los ataques llevados a cabo por soldados estadounidenses sobre Faluja, “... a pesar de la suspensión de las hostilidades... por el administrador civil estadounidense en Irak, Paul Bremen”.[18]
Otros hechos que perjudicaron mucho la imagen de Estados Unidos durante y después de la guerra y que indignó sobremanera a la comunidad periodística norteamericana y por consiguiente a la población, fueron los ataques al Hotel Palestine en Bagdad (donde se alojaba la prensa internacional) el 17 de agosto de 2003, cuando soldados norteamericanos confundieron una cámara de video con un lanzamisiles. Además, días antes soldados norteamericanos abrieron fuego en Khaldiya (a unos 80 km. de Bagdad) sobre un vehículo de prensa marcado AP y habían disparado contra un camarógrafo de la agencia Reuters mientras grababa en el exterior de la cárcel de Abu Ghraib.[19] Murieron tres reporteros durante estos eventos, sin embargo la magnitud de estas muertes fueron multiplicadas por tres por los medios de comunicación norteamericanos.
El deslindamiento de los medios de comunicación y la Casa Blanca llegó a un pico decisivo cuando se informó sobre los abusos contra prisioneros iraquíes. Las fotos publicadas muchas veces y sin censura de soldados estadounidenses que vejaron “por diversión” a prisioneros iraquíes en la cárcel Abu Ghraib, causó la convicción de que era habitual que se diera ese trato a los soldados prisioneros capturados por Estados Unidos. Como lo advirtió John Warner, Presidente de la Comisión de Fuerzas Armadas en el Senado, estas acciones “indignantes y totalmente inaceptables de la conducción militar”, socavaron “buena parte del trabajo... de nuestras fuerzas contra el terrorismo”[20].
Finalmente, la crisis del gobierno, en cuanto a la legitimación que le dieron en su momento los medios de comunicación, estaría por demás evidente cuando publicaron el hecho de que altos funcionarios de la administración de Bush abogaban por la invasión a Irak aun antes de que éste asumiera la presidencia. Los hechos del 11 de septiembre de 2001 resultó ser “una oportunidad” para invadir Irak; incluso, el día 12 del mismo mes Paul Wolfowicz, Subsecretario de Defensa, ya hablaba de atacar Irak. A pesar de no existir razones suficientes para vincular el 11-S con el régimen iraquí, los neoconservadores iniciaron una campaña de mentiras que convenció al pueblo estadounidense de que Saddam Hussein estaba atrás de la tragedia.[21]
A pesar de que en su momento los medios de comunicación fueron el brazo propagandístico de Bush para legitimar la guerra y de haber sido el instrumento para convencer al pueblo estadounidense de que apoyaran la guerra, aceptarían definitivamente que no ejercieron su papel de cuestionar y criticar la línea oficial del gobierno. The New York Times, CNN, The Washington Post y The Columbia Journalism Review, entre otros, aceptarían oficialmente su subordinación a la opinión oficial además de haber jugado un papel importante en la legitimación de la misma.[22]
La cobertura televisiva no sólo nacional sino también internacional se hizo desde un principio cotidiana e intensa. Reporteros y editorialistas, a mitad del conflicto, actuarían contra los intereses norteamericanos. Incluso, se llegó a generar la idea de que Estados Unidos estaba combatiendo una guerra injusta y sin esperanza.
Todos estos acontecimientos reportados por los medios de comunicación estadounidenses provocaron que la sociedad norteamericana analizara y criticara fuertemente la guerra en Irak. El 23 de junio de 2004, una encuesta realizada por la cadena de televisión CNN y el diario USA Today reveló que los estadounidenses habían llegado al convencimiento mayoritario de que la intervención militar en Irak había sido un error; el sondeo indicó que el 54 por ciento de los estadounidenses pensaba que el Gobierno del presidente George W. Bush había cometido un error al invadir Irak.[23]
La población estadounidense comenzó a presionar al gobierno para que diera por culminada su intervención; vidas humanas perdidas, aunadas a la frustración de padres de familia al observar que sus hijos son enviados a la muerte, ha causado la oposición a la ocupación estadounidense. El 20 de marzo de 2004 miles de personas se manifestaron en Nueva York para pedir el retorno de tropas y el fin de la ocupación en Irak además de pedir el rechazo del gobierno de Bush en las urnas.[24]
Se puede prever que en breve habrá un desmoronamiento del liderazgo norteamericano, si es que no lo estamos presenciando ya, que se acelerará dada la reacción mediática respecto a la ocupación de Irak. Más congresistas se sumarán en contra de la ocupación y se opondrán a enviar más refuerzos. Es probable que George Bush II pierda definitivamente la batalla de la propaganda –tanto en su país como en el extranjero– porque los medios de comunicación están enseñando a odiar al jefe del poder ejecutivo de la nación más poderosa.
Si bien es cierto que los medios reflejan la opinión pública, también es cierto que muchas veces los medios son los que dan forma a las percepciones públicas e incluso la opinión pública es modelada por los medios de acuerdo con intereses que no son perceptibles en primera instancia –como en el caso que trata este escrito.
Una dramatización artificial de los acontecimientos en público es el primer paso a una percepción pública negativa del proceso. Esto es exactamente lo que ocurrió en torno a la guerra de Irak. Los medios de comunicación, como se corroboró en este ensayo, pueden modificar y controlar la percepción y la experiencia del lector-espectador sobre los temas de ámbito político. Los medios de comunicación condicionan cada vez más las decisiones políticas mediante la selección de lo que muestran. En Estados Unidos eso se llama foreign policy by NBC, es decir, que los medios de comunicación determinan la política exterior de este país.
Los lectores-espectadores, como lo señala Sheldon Rampton[25], deben pensar seriamente en la era de la información en que viven, y las maneras en que los medios de comunicación pueden funcionar como instrumentos de propaganda; es necesario que el lector-espectador, antes de dejarse bombardear de información por los medios, debe educarse a sí mismo, volverse pensador crítico-analítico, para evitar que instituciones, gobiernos y corporaciones le digan qué pensar.
La extraña cobertura informativa occidental sobre el Tíbet y China
Danielle Bleitrach
Rebelión
La información que tenemos actualmente en Occidente emana esencialmente de Radio Free, una radio financiada por Estados Unidos, Radio Free Europa y Radio Free Asia. La información oficial que viene de China confirma parcialmente sus declaraciones, todo empezó con las manifestaciones de los monjes, pero degeneró en violencia. Por el contrario, las informaciones gubernamentales chinas afirman que los muertos son comerciantes chinos masacrados por bandas organizadas y, por lo tanto, desmienten la tesis de los disparos de la policía china.
El jueves, 13 de marzo de 2008, el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores acusó a los manifestantes de « buscar el desencadenamiento de conflictos sociales» . El sábado, al margen de las actuaciones de la Asamblea Nacional china, la agencia Nueva China describió así la situación: « Las manifestaciones de monjes budistas tibetanos contra el poder chino, que degeneraron el viernes en Lhassa, causaron 10 muertes y no figura ningún extranjero entre las víctimas» .
El jefe del gobierno regional del Tíbet, Champa Phunstok, afirmó que las fuerzas del orden no habían disparado. « Nosotros no abrimos el fuego, sin embargo seremos severos con estos criminales cuyas actividades tienen por objeto dividir la nación» , declaró el sábado Champa Phunstok a Associated Press al margen de la sesión anual del Congreso nacional del Pueblo, la asamblea legislativa china. Según Nueva China, « la mayoría de las víctimas eran comerciantes» .
Según la información de Radio Free, las manifestaciones promovidas por los monjes budistas tibetanos contra el poder chino degeneraron el viernes en Lhassa, la capital tibetana, pero los testigos habrían dado cuenta de los disparos de las fuerzas de seguridad y de los vehículos y comercios incendiados.
Siempre según la información de Radio Free Europa, resultaron muertas dos personas. Según Radio Free Asia, los soldados utilizaron gases lacrimógenos y también municiones reales que dispararon contra los manifestantes que incendiaron vehículos y comercios de propietarios chinos en el centro de la ciudad.
Radio Free Europa o Radio Free Asia también han citado testigos que informan de que vieron dos cuerpos que yacían en el suelo en el barrio de Barkor, donde se concentraron las manifestaciones. La radio mencionó un balance mayor sin proporcionar cifras.
China considera que el Tíbet es una parte integrante de su territorio. Así se considera en el plano internacional, mientras que en Occidente se piensa que los chinos invadieron el Tíbet en 1950.
El debate sobre el Tíbet
Efectivamente, desde el siglo XIII, el Tíbet pertenece al imperio chino y los monumentos imperiales tienen en sus frontones los textos escritos en las cinco lenguas chinas, entre ellas el tibetano, un imperio con sus departamentos feudales y su burocracia, incluso antes de que apareciese el budismo tibetano tal como existe actualmente. Los defensores de la independencia del Tíbet y del Dalai Lama consideran que el Tíbet era un simple feudo, un protectorado. En el plano histórico, los independentistas tibetanos explican que si la región del Himalaya hubiera sido antiguamente parte integrante de China, la región habría llegado a ser prácticamente independiente y acusan a China de que intenta destruir la cultura tibetana.
El Tíbet, en el marco del despedazamiento y la colonización de China, fue objeto de una rivalidad entre Gran Bretaña y Rusia. Gran Bretaña, implantada en la vecina India asumió, y siempre ha reconocido, la soberanía de China sobre este país que ocupó militar y comercialmente. En 1908 China, aprovechando la salida de los británicos, retomó el control del país.
Después llegó el hundimiento del imperio chino y la instauración de la República en 1911. Lo que rompió las relaciones personales de vasallaje que existían entre China y el Tíbet según los monjes tibetanos, quienes estaban en el grado más alto del feudalismo que practicaba la servidumbre. El decimotercero Dalai Lama proclamó la independencia del Tíbet y se negó a reconocer a la República china.
Gran Bretaña actuó como mediadora y propuso una división del Tíbet que China se negó a reconocer a pesar de que, en la práctica, los lazos se aflojaron y el gobierno teocrático del Dalai Lama amplió sus atribuciones. En 1950, el Ejército Popular de Liberación comunista volvió a entrar en el Tíbet, que consideraba que estaba gobernado por señores feudales, y no encontró resistencia. Se creó un gobierno del Tíbet que ha mantenido la religión y los monasterios.
Pero a partir de 1956 se han sucedido las rebeliones; en 1959 fue la insurrección de Lhassa. El Dalai Lama abandonó el Tíbet y se refugió en la India con 150.000 partidarios. La rebelión se reprimió severamente, los exiliados y las asociaciones para la independencia del Tíbet declararon un millón de muertos, pero en realidad las cifras, aunque considerables, no sobrepasaban los diez mil.
El gobierno comunista chino abolió la servidumbre y los terribles castigos corporales y explicó que se trataba de rebeliones fomentadas por los antiguos amos y los monjes. Mientras, las instancias religiosas en el exilio denunciaban, como sus partidarios occidentales, el ataque contra la cultura tibetana tanto como los atentados a los derechos humanos. Occidente, especialmente Estados Unidos, desarrolló este asunto de la espiritualidad tibetana vejada por los «invasores» chinos.
China considera que no sólo se trata de una región integrada en China desde el siglo XIII, sino que además la liberó del feudalismo y recientemente la ha comunicado construyendo un ferrocarril. Una región, por añadidura, indispensable para su seguridad y que es una vía hacia la India, con quien China tiene relaciones desde siempre. Mientras, el Dalai Lama y los exiliados, con Estados Unidos y las asociaciones para la independencia del Tíbet, consideran que se trata de una región independiente cuya cultura China pretende destruir.
Así, con los aspectos religiosos, los chinos habrían suprimido la medicina tradicional y la astrología. En torno al Dalai Lama, en la India, se reconstruyó dicha cultura con una Universidad de astrología, que se beneficia de grandes medios financieros de Estados Unidos. Los chinos afirman que la libertad religiosa se respeta, pero sus adversarios denuncian la desacralización de algunos aspectos de esta cultura que le haría perder su significado original.
Denuncian el asentamiento masivo de los chinos y una situación de exclusión de los tibetanos, así como las detenciones y la burla de los derechos humanos, incluso aunque reconocen una mejora en materia de derechos humanos. Los chinos dicen que la situación de los derechos humanos está mejor que bajo la servidumbre, donde las mutilaciones y los castigos corporales eran frecuentes; también afirman que mejoraron el estatus de la mujer y que han introducido el desarrollo, así como la conservación del medio ambiente y la preservación de la cultura local.
La riqueza de los comerciantes chinos es uno de los asuntos más convulsivos en el plano local y, sin duda, no es una casualidad que los ataquen. El contexto económico del desarrollo chino es testigo aquí, como por todas partes en el resto de China, de un crecimiento formidable ligado especialmente al turismo, pero ligado también a la expansión de las desigualdades y, actualmente, a una elevada inflación que dificulta el abastecimiento de las familias más modestas. En este sentido se puede pensar que las manifestaciones de los monjes dan lugar también a otras manifestaciones de cólera más relacionadas con la economía que seguramente multiplican y atizan los actos de delincuencia.
Los defensores de la causa tibetana temen que la nueva línea ferroviaria contribuya a acelerar la inmigración china al Tíbet y a vaciarlo más rápidamente de sus recursos naturales ya sobreexplotados. El gobierno tibetano en el exilio considera, en particular, que «el ferrocarril facilitará el control chino del Tíbet e implicará la llegada de numerosos emigrantes chinos». Pero para los chinos la emigración es, por ejemplo, los comerciantes chinos que llegan a París; el Tíbet forma parte de China y los movimientos de personas se hacen dentro del país. China es un país de intensas migraciones internas.
¿Está implicado el Dalai Lama?
Otra fuente de Dharamsala en la India, el Dalai Lama, ha pedido a China «que deje de utilizar la fuerza» contra las manifestaciones, en las cuales ve «una expresión del profundo resentimiento del pueblo tibetano». En un comunicado, el jefe espiritual de los budistas tibetanos en el exilio se declara «muy preocupado» por la situación en Tíbet y pide a Pekín «que responda al resentimiento de los tibetanos (…) con el diálogo». Por otra parte también exhorta a los tibetanos a «no recurrir a la violencia», lo que obviamente era el caso en la primera manifestación de los monjes, pero degeneró rápidamente en violencia. El Dalai Lama afirma que no está implicado en los acontecimientos del Tíbet, pero se puede dudar de su afirmación.
También tuvieron lugar manifestaciones de apoyo a los tibetanos en la India y Nepal, otra fuente de información. En Katmandú, Nepal, al menos a 12 monjes budistas han resultado heridos en choques con la policía en una manifestación pro Tíbet que reunió un millar de personas. También estallaron incidentes en Nueva Delhi, la India, donde se refugian el Dalai Lama y sus partidarios; y también hubo enfrentamientos entre manifestantes pro tibetanos que intentaban alcanzar la embajada de China y las fuerzas del orden. La policía india detuvo a varias decenas de personas.
Muchas de las imágenes que nos transmiten son imágenes de archivo o de estas manifestaciones indias.
Posición de los países occidentales
Aunque es posible que Occidente desarrolle campañas destinadas a sensibilizar a la opinión pública sobre la cultura propia del Tíbet, su espiritualidad burlada y la falta de respeto a los derechos humanos (1), en el plano internacional es difícil que los países occidentales que, tras Estados Unidos, favorecen estas campañas, no reconozcan el Tíbet como territorio chino. En ningún momento aparece el reconocimiento de un territorio independiente tibetano en el plano internacional incluso si, como vimos, Gran Bretaña propuso en el momento de la instauración de la República China una determinada autonomía y el reconocimiento de un poder «espiritual». Legalmente es difícil, si no imposible, reconocer esta independencia, por lo que, esencialmente, es sobre la represión y los derechos humanos donde actúa la intervención occidental.
Es también por lo que China ha reaccionado duramente ante el caso de Kosovo. Existe el ejemplo del despedazamiento de la antigua URSS, al que Putin puso el freno, y China calcula bien que la estrategia empleada para la antigua URSS y para la ex Yugoslavia puede ser aplicada. Como la mayoría de los países del mundo, China ha visto en Kosovo un precedente susceptible de conducir a una balcanización general con bases raciales, religiosas u otras.
De ahí una elección política: en primer lugar China ha respondido a la cuestión de los derechos humanos remitiendo a Estados Unidos a su propia responsabilidad en este ámbito y ha establecido, el 13 de marzo, un libro blanco sobre las violaciones de los derechos humanos en EEUU, pero no ha respondido directamente sobre la cuestión del Tíbet, que juzga un asunto interno. Hay dos muertos pero ninguno extranjero y eso no les concierne, dice. Habrá que esperar a que se publiquen las primeras fotos oficiales.
Estados Unidos y la Unión Europea pidieron a China que mostrara «contención». «Pekín debe respetar la cultura tibetana», afirmó por su parte Gordon Johndroe, portavoz de la Casa Blanca. El presidente estadounidense, George W. Bush, considera que «Pekín debe tener un diálogo con el Dalai Lama». Las autoridades estadounidenses recomendaron a sus ciudadanos que eviten viajar a Lhassa.
El viernes, la Unión Europea adoptó una declaración que llamaba a China a la «contención» en el Tíbet. «La presidencia eslovena nos propuso un texto, que aceptamos» en el que «se pide contención y que las personas detenidas en las manifestaciones pro Tíbet (…) sean liberadas», indicó el ministro francés de Asuntos Exteriores Bernard Kouchner, otra fuente de información.
Robert Menard de Reporteros sin Fronteras incitó a ejercer presión sobre China, que necesita tranquilidad para los juegos olímpicos que se celebrarán en agosto, para conseguir el fin de la represión. Las personalidades comprometidas desde hace bastante tiempo en la denuncia de China han tomado el tren en marcha; como Mia Farrow que desde hace meses promueve movilizaciones contra los juegos olímpicos y se significó en la campaña contra China en nombre de Darfur, ahora encabeza una campaña por el Tíbet y se presentó en la embajada de China a la cabeza de una delegación.
Por lo tanto tenemos una estrategia en su punto: promover las actuaciones de las ONG, los grupos tradicionalmente financiados por Occidente que se congregan contra un país afirmando que los derechos humanos, la «espiritualidad y la cultura autóctona están amenazados y que existen situaciones intolerables. Los países occidentales al principio no dicen nada porque saben que la legalidad internacional no está de su parte, pero apoyan la campaña pronunciándose sobre los derechos humanos y la represión. Y entonces China les reprocha la situación de Oriente Próximo y sus propias represiones.
Parece difícil imaginar actualmente una intervención militar contra China, pero se trata de mantener los lugares de rebelión potenciales y las campañas que creen una opinión.
(1) según su costumbre, los chinos se niegan a comentar lo que consideran un problema interno, al igual que la mayoría de los países no occidentales, de ahí la «rarificación» de cualquier información distinta de la occidental. China opta por responder, más generalmente, sobre la cuestión de los derechos humanos en Estados Unidos y los cuestiona. También hay que tener en cuenta la gran actividad diplomática de China en lo que Estados Unidos considera su «coto privado» en el Pacífico: las numerosas pequeñas islas bajo protectorado estadounidense. Hay que observar también la evolución política con respecto a Taiwán y los esfuerzos hacia la normalización de la situación con Japón. Y Estados Unidos, que mantiene en el Pacífico el poderoso VII ejército, tiene dificultades para mantener las alianzas belicistas que forman el tradicional cerco frente a China.
Obama, Clinton y la guerra
Naomi Klein y Jeremy Scahill
The Guardian
Los activistas contra la guerra deben cambiar sus tácticas electorales. Ni Clinton ni Obama tienen realmente un plan para finalizar la ocupación de Irak, pero se los podría obligar a cambiar su posición.
“¿Y?” dijo Dick Cheney cuando se le preguntó la semana pasada sobre el hecho de que la opinión pública esté abrumadoramente en contra de la guerra de Irak. “Por supuesto que no te puedes largar por unas encuestas”. Unos días después, su actitud respecto a que el número de soldados muertos en Irak había llegado a 4.000 mostró el mismo grado de simpatía. Se “pusieron voluntariamente el uniforme”, dijo el vice-presidente a ABC news.
Este grueso muro de indiferencia ayuda a explicar la paradoja en la que nos encontramos aquí en el campamento anti-guerra de EEUU 5 años después de la ocupación de Irak: el sentimiento contra la guerra es el más fuerte que ha habido, pero nuestro movimiento parece que está menguando. El 64% de los americanos dicen a los encuestadores que se oponen a la guerra, pero no lo dirías nunca a la vista del magro número de asistentes a las últimas concentraciones o noches de vigilia.
Cuando se les pregunta porqué no están expresando sus opiniones contra la guerra a través del movimiento anti-guerra, muchos te dicen que sencillamente han perdido la fe en el poder de las protestas. Marcharon contra la guerra antes de que empezase, marcharon en el primer, el segundo y el tercer aniversario… y aún así, 5 años después, los líderes de EEUU se alzan de hombros y sueltan un: “¿Y?”
Por ello es el momento de que el movimiento contra la guerra cambie sus tácticas. Deberíamos dirigir nuestras energías allí dónde aún puede tener cierto impacto: los principales candidatos demócratas.
Muchos sostienen algo distinto. Dicen que si queremos acabar con la guerra, deberíamos sencillamente elegir un candidato que no sea John McCain y ayudarle a ganar: ya nos ocuparemos de los detalles una vez los republicanos estén desalojados del 1600 de Pennsylvania Anevue. Algunas de las voces anti-guerra más prominentes – desde MoveOn.org hasta el Nation, la revista para la que ambos escribimos – han elegido este camino, y así han dado su apoyo a la campaña de Obama.
Ello es un error estratégico muy serio. Es durante una campaña fuertemente diputada que las fuerzas contra la guerra pueden tener el poder de cambiar de facto la política norteamericana. Tan pronto como elijamos un bando, quedamos relegados a un papel de simples animadoras.
Y cuando se trata de Irak, hay bien poco que aclamar. Si echamos un vistazo a la retórica que ha habido hasta el momento, está claro que ni Barack Obama ni Hillary Clinton tienen realmente planeado terminar con la ocupación. Sin embrago, se les podría forzar a cambiar sus posiciones, gracias a una batalla por las primarias singularmente larga.
A pesar de las peticiones a Clinton para que se retire en nombre de la “unidad”, es un hecho el que Clinton y Obama están todavía plenamente en liza, luchando ferozmente por cada voto, lo que da al movimiento contra la guerra la mejor posición para ejercer presión. Y nuestra presión es fatalmente necesaria.
Por primera vez en 14 años, los fabricantes de armamento están donando más a los demócratas que a los republicanos. Los demócratas han recibido el 52% de las donaciones políticas de este ciclo electoral hechas por la industria de defensa – muy superior al 32% de 1996. Ese dinero está encaminado a modelar la política exterior y, de momento, parece que se ha gastado bien.
Mientras que tanto Clinton como Obama denuncian con mucha pasión la guerra, ambos tienen planes bien detallados para continuarla. Los dos reconocen que pretenden mantener la enorme zona verde, incluida la monstruosa embajada de EEUU, y retener el control norteamericano del aeropuerto de Bagdad.
Tendrían desplegada una “fuerza de choque” dedicada a operaciones de contra-terrorismo, así como personal de entrenamiento para los militares iraquíes. Más allá de estas fuerzas militares de los EEUU, el ejército de diplomáticos de la zona verde necesitará medidas de seguridad fuertemente armadas, que actualmente aportan Blackwater y otras compañías de seguridad privada. En estos momentos hay tantos contratistas privados como soldados manteniendo la ocupación, así que esos planes podrían implicar decenas de miles de miembros de personal norteamericano atrincherados indefinidamente.
Con un marcado contraste respecto a esa ocupación reducida, llega el mensaje inequívoco de cientos de soldados que han servido en Irak y Afganistán. Irak Veterans Against the War (Veteranos de Irak Contra la Guerra), los cuales a principios de este mes llevaron a cabo las sesiones del Winter Soldier en Silver Spring, Maryland – basadas en la investigación Winter Soldier de 1971, en la que los veteranos testificaron sobre las atrocidades de los EEUU en Vietnam – no dan su apoyo a ningún candidato o partido. En cambio piden una retirada inmediata e incondicional de todos los soldados y contratistas norteamericanos. Cuando ha venido de activistas pacifistas, la postura del “fuera ya” ha sido criticada por naive. Es más difícil ignorarla cuando viene de los centenares que han servido – y siguen sirviendo – en el frente.
Los candidatos saben que mucha de la pasión que alimenta sus campañas proviene del deseo de muchos demócratas de base de terminar con esta desastrosa guerra. Pero lo crucial es que los candidatos ya han dado muestras de ser vulnerables a la presión del campamento por la paz. Cuando el Nation reveló que ninguno de los candidatos daba su apoyo a legislación que impidiese el uso de Blackwater u otras compañías de seguridad privada en Irak, Clinton cambió de rumbo. Se convirtió en el líder político de EEUU más importante que suscribía la prohibición – apuntándose un tanto respecto a Obama, quién se opuso a la guerra desde el principio.
Ahí es exactamente dónde queremos a los candidatos: superándose el uno al otro para demostrar en qué medida se toman en serio lo de acabar con la guerra. Ese tipo de batalla tiene el poder de activar a los votantes y romper con el cinismo que amenaza a ambas campañas.
Recordemos que, al contrario que la actual administración Bush, estos candidatos necesitan el apoyo de esos dos tercios de norteamericanos que se oponen a la guerra en Irak. Si la opinión se transforma en acción, ellos no estarán en condiciones de soltar un “¿Y?”
Naomi Klein es autora de numerosos libros, incluido el más reciente The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism. Jeremy Scahill es autor del best-seller del New York Times Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army.
La BBC al servicio de su Majestad
Reino Unido lanza su cadena de televisión en árabe utilizando a la BBC
mundoarabe.org
Desde que Al Yazira ganó la simpatía de la audiencia árabe por su línea independiente y nacionalista, muchos países occidentales empezaron a plantearse la posibilidad de lanzar sus canales en lengua árabe. Estados Unidos lanzó su canal Al Hurra, a los pocos meses de invadir Iraq, y fue un tremendo fracaso. Rusia lanzó su canal en lengua árabe en mayo de 2007, mientras el Gobierno francés está preparando el lanzamiento de sus cadenas en lengua árabe. Las potencias occidentales creen necesario mejorar su imagen en el Mundo Árabe para poder seguir influyendo en una región de alta importancia geopolítica y rica de petróleo.
12 años después de un primer intento fracasado, Gran Bretaña lanza su nueva cadena de televisión en árabe bajo las siglas de la BBC, con la intención de competir con el líder de noticias, Al Yazira.
BBC Arabic Television, destinada a Oriente Medio y a África del Norte, comenzará su difusión el martes, 11 de marzo, a las 10H00 GMT.
En un primer momento funcionará 12 horas por día, pero en el verano ya transmitirá las 24 horas.
Anteriormente, la cadena británica de radio y televisión BBC intentó conquistar el Mundo Árabe con una cadena de información en continuo lanzada en 1994.
La experiencia llegó a su fin en 1996 a raíz de un desacuerdo editorial con la empresa de dirección saudita que aseguraba su difusión por satélite, que le reprochaba su tratamiento de la actualidad del país.
Sus periodistas se diseminaron luego por otras redacciones árabes y algunos de ellos contribuyeron a la creación de Al Yazira, a finales de 1996.
La cadena nacionalista Al Yazira se impuso rápidamente como la primera cadena de televisión panárabe. El lanzamiento del canal prooccidental Al Arabiya en 2003, controlada por capitales sauditas y basada en Dubai, con el fin de competir con Al Yazira fue un fracaso retundo.
A pesar de un presupuesto de funcionamiento menor -19 millones de libras (25 millones de euros) al comienzo, y 25 millones de libras (33 millones de euros) cuando comience a difundir las 24 horas-, BBC Arabic Television espera hacerse un lugar junto a Al Yazira.
El Reino Unido aspira a lograr competir con Al Yazira, destacando la marca BBC: su experiencia única de información internacional y una cierta independencia editorial.
"Sólo hay dos cadenas de información en continuo fiables en la región y son percibidas como representantes de algunos puntos de vista y de algunos gobiernos", estimó Salah Negm, redactor en jefe de BBC Arabic Television.
"Un telespectador en Oriente Medio debe mirar los dos canales y sacar sus propias conclusiones", agregó. "Pienso que la BBC puede llegar e inmediatamente ofrecer un servicio en el cual los telespectadores puedan tener confianza", estimó.
BBC Arabic Television busca dirigirse a una audiencia de 20 millones de telespectadores por semana de aquí al 2010, una cifra que será difícil de alcanzar sabiendo que la cadena árabe Al Yazira – de línea editorial nacionalista e independiente- goza en la actualidad de una arrolladora audiencia que supera los 70 millones de teleespectadores. El objetivo de la cadena inglesa, según sus responsables, es alcanzar a 35 millones de personas a través de la televisión, la radio e internet en árabe.
Su relanzamiento fue posible por una controvertida reestructuración por parte del Gobierno británico del BBC World Service, el servicio de radio internacional de la BBC.
El cierre de algunos servicios extranjeros, sobre todo los que llegaban a Europa del este, y la supresión de unos 200 puestos de trabajo permitió obtener la financiación necesaria.
Esta nueva cadena se inscribe en el proyecto 'trimedia' de la BBC, que busca favorecer la integración de los tres soportes -televisión, internet y radio- y la interactividad.
Está acompañado asimismo de una reformulación del sitio internet en árabe ('bbcarabic.com') para incluir vídeos, entre otras cosas. Los programas de BBC Arabic, la radio en árabe, también fueron reformulados para reflejar este acercamiento multimedia.
Basándose en sus propias estadísticas, la radio BBC dice que más de 13 millones de oyentes en el mundo escuchan cada día sus noticiarios radiofónicos en varios idiomas. El servicio más antiguo en lenguas extranjeras de la BBC, fue lanzado por el Gobierno británico en enero de 1938
Por qué la UNESCO no puede asociarse con Reporteros sin Fronteras
Salim Lamrani
Rebelión
El 11 de marzo de 2008, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la UNESCO, decidió retirar su patrocinio al «Día por la libertad en Internet» organizado por Reporteros sin Fronteras (RSF), previsto el 12 de marzo. Marcio Barbosa, director general adjunto de la División de la libertad de expresión, de la Democracia y de la Paz de la institución, se negó a asociarse a las politizadas campañas de RSF (1).
RSF elaboró una lista de quince países «enemigos de Internet» de la que forman parte Arabia Saudí, Birmania, China, Corea del Norte, Cuba, Egipto, Etiopía, Irán, Uzbekistán, Siria, Túnez, Turkmenistán, Vietnam y Zimbabwe, cuya principal característica es que son naciones del Tercer Mundo. Ni un solo país occidental figura en esta lista. Pero no es sorprendente ya que Robert Ménard, secretario general de la organización parisina desde 1985, afirmó que sólo le interesaban los países subdesarrollados: «Decidimos denunciar los atentados contra la libertad de la prensa en Bosnia y en Gabón, así como las ambigüedades de los medios argelinos y tunecinos... pero no ocuparnos de las derivas francesas»: ¿Por qué razón? «Porque si lo hiciésemos corremos el riesgo de disgustar a ciertos periodistas, enemistarnos con los grandes patronos de la prensa y enfurecer al poder económico. Ahora bien, para mediatizarnos, necesitamos la complicidad de los periodistas, el apoyo de los patronos de la prensa y el dinero del poder económico» (2).
El secretario general de RSF criticó la decisión de la UNESCO en términos muy duros, falsos, irrespetuosos y groseros:
«No somos ingenuos. Varios de los Estados que forman parte de la lista de los quince ‘enemigos de Internet’ que hemos publicado hoy, han intervenido directamente con la Dirección General de la UNESCO. Marcio Barbosa, el director general adjunto de la organización, ha claudicado. La UNESCO no sale engrandecida con este asunto. Demuestra una gran cobardía en el momento en que los Estados que han conseguido que actúe así continúan encarcelando a decenas de internautas. Desgraciadamente, parece que hemos retrocedido veinte años, hasta la época en la que los regímenes autoritarios decidían el buen o mal tiempo en la Plaza de Fontenoy de París. Que la UNESCO se haya bajado los pantalones así, pone de manifiesto la importancia de este día y de la movilización contra los Estados censores» (3).
Pero la realidad es otra. La UNESCO explicó que se vio «obligada a retirar su patrocinio tras la publicación, por parte de RSF, de información que no cumple con el acuerdo convenido entre ambas organizaciones con respecto a este evento». En efecto, RSF publicó «material relativo a una serie de Estados miembros de la UNESCO, sobre el que la UNESCO no recibió ninguna información y, por lo tanto, no podía respaldar. Además, en esas comunicaciones figuraba el emblema de la UNESCO de tal manera que parecía indicar el apoyo de la UNESCO a la información presentada». Así, la entidad parisina utilizó abusiva y fraudulentamente el prestigioso nombre del organismo de las Naciones Unidas para promover su propia agenda política y otorgarse una credibilidad que no tiene (4).
Varias fuentes diplomáticas de la UNESCO declararon que la organización había tomado su decisión en virtud de la «reiterada falta de ética» de RSF en su voluntad de desprestigiar a determinados países (5).
Los diplomáticos consultados no están equivocados. En efecto, la lucha de RSF a favor de la libertad de la prensa es muy selectiva. Oficialmente, Robert Ménard se muestra firme y categórico: «A partir de ahora, todos los 12 de marzo llevaremos a cabo acciones para denunciar la cibercensura en el mundo. La creciente represión de los bloggers y los, cada vez más numerosos, cierres de sitios de Internet, necesitan una movilización así, reclaman una respuesta» (6).
Pero esta posición inicial se desmorona completamente ante la realidad. El combate de RSF nunca toca a los poderosos. Una información que apareció en el prestigioso New York Times ilustró el doble discurso de la entidad francesa y demuestra que en realidad RSF no está interesada de ninguna manera en «la cibercensura en el mundo».
Cuando Washington censura Internet
En su edición del 4 de marzo de 2008, el célebre diario neoyorquino relató una historia surrealista de censura en Internet, que demuestra el alcance irracional y fanático de las sanciones económicas que Estados Unidos impone a Cuba desde 1960 (7).
Steve Marshall, ciudadano británico que reside en España, trabaja en una agencia de viajes y propone vacaciones a los turistas, especialmente en Cuba. En octubre de 2007, el 80% de sus sitios Web dejaron de funcionar por culpa del gobierno de Washington. «Fui al trabajo por la mañana y descubrí que no teníamos ninguna reserva. Pensamos que se trataba de un problema técnico», indicó Marshall (8).
En realidad, los sitios Internet de este ciudadano británico habían sido ubicados en la lista negra del Departamento del Tesoro estadounidense. La empresa eNom, que le vendió el nombre del dominio, con sede en Bellevue, Washington, había recibido por parte de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (Office of Foreign Assets Control, OFAC) la orden de desactivar los sitios, originando un serio perjuicio económico a Marshall, que tuvo que dirigirse a un servidor europeo (9).
El empresario inglés declaró su asombro. «¿Cómo es posible que sitios Web que pertenecen a un ciudadano británico y operan en una agencia de viajes española puedan ser afectados por la ley estadounidense?». John Rankin, portavoz del Departamento del Tesoro, justificó la acción subrayando que la agencia podía vender estancias a ciudadanos estadounidenses quienes, en virtud de la legislación de su país, no pueden viajar a Cuba aunque sean perfectamente libres de ir a China, Vietnam e incluso Corea del Norte (10).
El New York Times tiene razón cuando señala que el bloqueo atenta contra la libertad de todos. Este ejemplo ilustra el carácter extraterritorial –y por lo tanto ilegal– de la legislación estadounidense contra Cuba. RSF no se ha dignado denunciar esta «cibercensura». En este caso, no hay ninguna «movilización» ni «respuesta» pues el responsable denunciado es la primera potencia mundial.
Por qué Reporteros sin Fronteras no es de fiar
La UNESCO se negó a asociarse a la campaña política de RSF con razón. En efecto, los antecedentes de la organización parisina son graves. He aquí algunos ejemplos:
- RSF hizo apología de la invasión de Iraq afirmando que «el derrocamiento de la dictadura de Sadam Husein puso término a treinta años de propaganda oficial y ha abierto una nueva era de libertad, llena de esperanzas e incertidumbres, para los periodistas iraquíes». La organización añadió que «para los medios iraquíes, decenios de privación total de libertad de prensa llegaron a su fin con el bombardeo del ministerio de Información, el 9 de abril en Bagdad» (11). Igual que Bush, Ménard piensa que la «democracia» puede exportarse legítimamente mediante bombardeos asesinos.
- RSF se ha acordado muy tarde –cinco años después– del caso del periodista de la cadena de televisión qatarí Al Jazeera, Sami Al-Haj, y únicamente después de que se publicaran varios artículos criticando este «olvido». Ahora, la organización reconoce que el periodista fue arrestado «con falaces pretextos de relaciones con Al Qaeda». «Por no saber si Sami Al-Haj fue arrestado en calidad de periodista y por falta de información sobre él, RSF ha esperado antes de llevar a cabo otras acciones» (12).
Por lo tanto, RSF ha necesitado cinco años para descubrir que Sami Al-Haj había sido arrestado, secuestrado y torturado sólo por su condición de periodista. Quizás sea la razón por la que el periodista sudanés ha desaparecido de los informes de 2004 y 2005 en los que RSF enumera a todos los periodistas encarcelados en todos los rincones del planeta (13).
RSF reconoce que su «silencio» en cuanto a Sami Al-Haj era «culpable» y que su «declaración es una confesión de esta culpabilidad». Mediante este mea culpa, RSF quiere hacer creer que el caso de Al-Haj no era más que un lamentable «olvido» que, incluso aunque lleve cinco años preso, no tiene nada que ver con el hecho de que el periodista esté detenido por el ejército estadounidense (14).
En este caso, ¿por qué RSF permaneció silenciosa en cuanto a Bilal Hussein, un periodista y fotógrafo iraquí de la agencia de prensa Associated Press (AP), encarcelado por las tropas de ocupación el 12 de abril de 2006 en Iraq, es decir, desde hace más de cinco meses, y sólo se preocupó de su suerte después del 27 de septiembre de 2006 (15), únicamente porque este olvido fue criticado? (16).
- El 15 de marzo de 2004, RSF publicó un informe, sobre los asesinatos premeditados del cámara español José Couso y su colega ucraniano Taras Protsyuk por los soldados estadounidenses, que exoneraba de toda responsabilidad a los militares responsables del crimen (17). La carta abierta que envió la familia de José Couso a RSF es muy clara:
«La familia Couso, ante el informe publicado por Reporteros sin Fronteras ‘Dos asesinatos por una mentira’, quiere manifestar lo siguiente:
Las conclusiones de este informe exculpan a los autores materiales y reconocidos del disparo al Hotel Palestina, con base en la dudosa imparcialidad de los ‘encamados’ y en el testimonio de los propios autores y responsables del disparo, trasladando la responsabilidad a personas no identificadas.
El informe ha sido firmado por un periodista, Jean Paul Mari, que tiene conocidas relaciones con el coronel Philiph de Camp, militar que reconoció su implicación en el ataque y las muertes de los periodistas del hotel Palestina; y además, dicho informe se apoya en los testimonios de tres periodistas encamados en el ejército de EEUU, todos ellos estadounidenses, y de los cuales algunos -Chris Tomlinson- habían formado parte de los servicios de inteligencia del ejército de Estados Unidos durante más de siete años. Ninguno de los periodistas españoles que se encontraban en el hotel ha sido consultado para la elaboración de este documento.
El informe contiene numerosos errores, contradicciones e irregularidades en lo referente a datos importantes como la situación de las habitaciones del hotel, el lugar de impacto del disparo, la ubicación de los testigos, etc.
Además nos parece una absoluta falta de delicadeza la biografía tan ‘humana’ que se hace de los asesinos de José Couso Permuy y Taras Protsyuk, culminando el agravio con el agradecimiento a los militares estadounidenses por su colaboración en el informe.
Reporteros Sin Fronteras -sección española- solicitó su adhesión a la querella presentada por la familia, el día 27 de Mayo de 2003, contra los responsables de la muerte de José Couso. Ante la publicación de este informe que, según su versión, les excluye de responsabilidad en el asesinato de los periodistas del hotel Palestina, es absolutamente incoherente y contradictoria la continuidad de su organización en el ejercicio de la acción popular en las diligencias abiertas en la Audiencia Nacional.
Por este motivo expresamos el deseo de la familia de que retiren su solicitud para personarse en las diligencias abiertas en la Audiencia Nacional para ejercer la acción popular» (18).
El 16 de enero de 2007, el juez madrileño Santiago Pedraz emitió una orden de arresto internacional contra el sargento Shawn Gibson, el capitán Philip Wolford y el teniente coronel Philip de Camp, responsables de los asesinatos de Couso y Protsyuk exonerados por RSF. El 24 de mayo de 2007, el juez Pedraz rechazó la apelación del fiscal Jesús Alonso interpuesta el 18 de mayo de 2007, quien alegó que los indicios eran insuficientes, y confirmó el enjuiciamiento de los tres criminales escandalosamente absueltos por RSF (19).
- Haití, bajo la presidencia de Jean-Bertrand Aristide, también fue blanco de RSF. Cuando el presidente fue derrocado por un golpe de Estado que orquestaron Francia y Estados Unidos, RSF aplaudió calurosamente el golpe titulando ruidosamente: «La libertad de prensa recuperada: una esperanza a mantener» (20).
- Venezuela y el presidente Hugo Chávez, aborrecido por la administración Bush, también han sido objetivos privilegiados de RSF. Durante el golpe de Estado de abril de 2002, Robert Ménard se guardó de denunciar el papel principal que desempeñaron los medios privados opuestos al presidente elegido democráticamente. Peor aún, el 12 de abril de 2002, RSF publicó un artículo que se hacía eco sin ninguna reserva de la versión de los golpistas y trató de convencer a la opinión pública internacional de que Chávez había renunciado:
«Recluido en el palacio presidencial, Hugo Chávez firmó su renuncia durante la noche bajo la presión del ejército. Después fue llevado a Fuerte Tiuna, la principal base militar de Caracas, donde está detenido. Inmediatamente después, Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, anunció que dirigiría un nuevo gobierno de transición. Afirmó que su nombre era el resultado de un ‘consenso’ de la sociedad civil venezolana y la comandancia de las fuerzas armadas» (21).
RSF todavía persiste en su guerra de desinformación contra el gobierno democrático de Hugo Chávez.
- RSF reconoce que recibe dinero del Center for a Free Cuba (22), una organización de extrema derecha, financiada por Estados Unidos, cuyo objetivo es derrocar al gobierno cubano, como estipulan sus estatutos. Esto explica las violentas campañas anticubanas que ha orquestado la entidad parisina, particularmente la agresión contra la embajada cubana de París en abril de 2003. Incluso pretende que nunca ha ocultado estas subvenciones, de las que se beneficia desde 2002 (23). Eso es falso pues las subvenciones no aparecen en las cuentas de 2002 y 2003.
RSF omite también que el director de este organismo es un tal Franck Calzón, que en el pasado fue uno de los presidentes de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), la cual, como declaró José Antonio Llama, uno de sus antiguos directores, está gravemente implicada en el terrorismo contra Cuba (24). Llama había confesado: «Estábamos impacientes por la supervivencia del régimen de Castro tras el derrumbe de la Unión Soviética y el sistema socialista. Queríamos acelerar la democratización de Cuba empleando cualquier medio para lograrlo» (25).
Así, RSF recibe financiación de un organismo cuyo director es ex dirigente de una organización terrorista.
- RSF confiesa también que Washington la subvenciona mediante la National Endowment for Democracy (NED): «Efectivamente, recibimos dinero de la Ned… Y esto no nos plantea ningún problema» (26). La NED se creó por el gobierno de Ronald Reagan en 1983, en una época en que la violencia militar había remplazado a la diplomacia tradicional en el enfoque de los asuntos internacionales. Gracias a su poderosa capacidad de penetración económica, la NED tiene como objetivo debilitar a los gobiernos que se oponen a la política exterior hegemónica de Washington (27).
¿Qué es la NED exactamente? Simplemente una oficina pantalla de la Central Intelligence Agency, según el New York Times, que señalaba en marzo de 1997 que la NED «se creó hace 15 años para llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la Central Intelligence Agency (CIA) durante decenios. Gasta 30 millones de dólares al año para apoyar a partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en docenas de países” (28).
En septiembre de 1991, Allen Weinstein, que contribuyó a pasar la legislación donde se establecía la NED, declaraba al Washington Post: «Mucho de lo que hacemos hoy ya lo hacía la CIA de manera encubierta hace 25 años» (29).
Carl Gershman, primer presidente de la NED, explicó la razón de ser de la Fundación en junio de 1986: «Sería terrible para los grupos democráticos de todo el mundo presentarse como financiados por la CIA. Vimos esto en los años 60 y por eso pusimos fin a ello. Es porque no podíamos seguir haciéndolo por lo que se creó [la NED]» (30).
RSF, en realidad, está financiada por una oficina pantalla de la CIA según Weinstein, el New York Times y Gershman, lo que explica sus posiciones contra Iraq, Haití, Cuba, Venezuela y otras naciones en el punto de mira de Washington. La labor de RSF es tan apreciada por la Casa Blanca que el primer informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre –cuyo objetivo es enviar otra vez a Cuba a su estatus neocolonial– publicado por Colin Powell en mayo de 2004, que aumenta drásticamente las sanciones contra Cuba, cita una sola organización no gubernamental como ejemplo a seguir: la que dirige Robert Ménard (31).
Orgulloso de esta distinción, Ménard llegó incluso a legitimar la tortura, siguiendo la decisión del Congreso estadounidense de legalizarla en octubre de 2006 (32). El 8 de marzo de 2008, el presidente George W. Bush puso su veto a un proyecto de ley cuyo objetivo era prohibir el uso del waterboarding, una cruel técnica de tortura que inflige a la víctima una terrible sensación de ahogo (33). Durante el programa de radio «Contre-expertise», presentado por Xavier de la Porte en France Culture el 16 de agosto de 2007 de 12:45 a 13:30h., el secretario general de RSF afirmó que era legítimo torturar a sospechosos para salvar la vida de inocentes, retomando el argumento de las más espantosas dictaduras y desde luego de la administración Bush. «Si mi hija fuera secuestrada no habría ningún límite, se lo digo, se lo digo, no habría ningún límite para la tortura», afirmó. No sólo legitima la tortura, posición moralmente insostenible incluso contra criminales, sino que además pone en tela de juicio la presunción de inocencia (34).
Una sabia decisión de la UNESCO
La UNESCO tomó una sabia decisión al decidir no asociarse con una entidad tan tenebrosa como Reporteros sin Fronteras. «La defensa de la libertad de prensa» no es más que una cortina de humo. Su agenda política oculta ya es demasiado evidente y su ensañamiento contra algunas naciones que se encuentran en la lista negra de Estados Unidos no es en absoluto fruto del azar. Reporteros sin Fronteras está, realmente, al servicio de gobiernos y poderosos intereses económicos y financieros.
Salim Lamrani es profesor, ensayista y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006). Acaba de publicar Double Morale. Cuba, l’Union européenne et les droits de l’homme (Paris: Editions Estrella, 2008).
Contacto: lamranisalim@yahoo.fr
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.
Declaración de Caracas del Primer Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático
Rebelión
1. Periodistas, comunicadores y estudiosos de la comunicación de América Latina, el Caribe y Canadá, reunidos en Caracas en este Primer Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático, denunciamos el uso de la falsificación por las transnacionales informativas como una agresión masiva y permanente contra los pueblos y gobiernos que luchan por la paz, la justicia y la inclusión.
2. El terrorismo mediático es la primera expresión y condición necesaria del terrorismo militar y económico que el Norte industrializado emplea para imponer a la humanidad su hegemonía imperial y su dominio neocolonial. Como tal es enemigo de la libertad, de la democracia y de la sociedad abierta y debe ser considerado como la peste de la cultura contemporánea.
3. A nivel regional, el terrorismo mediático, utilizado como arma política en el derrocamiento de gobiernos democráticos de países como Guatemala, Argentina, Chile, Brasil, Panamá, Grenada, Haití, Perú, Bolivia, República Dominicana, Ecuador, Uruguay y Venezuela, está siendo empleado hoy para sabotear cualquier acuerdo humanitario o salida política al conflicto colombiano y para regionalizar la guerra en la zona andina.
4. La actual lucha democrática en Ecuador, Bolivia y Nicaragua, junto a Brasil, Argentina, Uruguay y México, confirma la voluntad política de nuestras sociedades para desbaratar la agresiva y simultánea campaña de difamación de las transnacionales informativas y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Cuba y Venezuela representan con claridad los hitos más vigorosos de esta batalla aún inconclusa. Por otra parte, estamos obligados a redoblar nuestros esfuerzos ante la dramática situación por la que actualmente atraviesa el periodismo democrático en Perú, Colombia y otras naciones.
5. Este Encuentro Latinoamericano mostró la necesidad de crear la Plataforma Internacional contra el Terrorismo Mediático, que convoca a un nuevo encuentro, a realizarse en un plazo no mayor de dos meses, para lo que actuará en conjunto con otras organizaciones como la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), que en el crecimiento de la conciencia de los pueblos latinoamericanos y caribeños ha defendido con ejemplaridad el derecho a la verdad y a la divisa que sustenta sus principios: Por un periodismo libre en patrias libres.
6. Empecinada en criminalizar todas las modalidades de lucha y resistencia popular, so pretexto de una falaz noción de seguridad, la administración fundamentalista de George W. Bush ha sido responsable de la sistemática agresión terrorista de los últimos años contra los medios de comunicación alternativos, populares, comunitarios e incluso algunos empresariales.
7. La información no es una mercancía. Tal como la salud y la educación, la información es un derecho fundamental de los pueblos y debe ser objeto de políticas públicas permanentes.
8. Convencidos de que esta historia empezó hace 200 años, ratificamos el compromiso de quienes en ella nos precedieron con el propósito de ajustarnos a un ejercicio ético de nuestra profesión, apegados a los valores de la democracia real y efectiva y a la veracidad que se merece la diversidad de pensamientos, creencias y culturas.
9. No sólo la SIP, sino grupos de choque como Reporteros Sin Fronteras, responden a los dictados de Washington en la falsificación de la realidad y la difamación globalizada. En este contexto, la Unión Europea cumple un rol vergonzoso que contradice la heroica lucha de sus pueblos contra el nazi-fascismo.
10. En la forja de la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños, los firmantes de esta Declaración llamamos a los profesores y estudiantes de comunicación social a considerar al terrorismo mediático como uno de los problemas centrales de la humanidad. Convocamos a los periodistas libres a comprometerse a redoblar sus esfuerzos en pos de la paz, el desarrollo integral y la justicia social.
11. En este espíritu, exhortamos a los jefes de Estado de América Latina y El Caribe a incluir el tema del Terrorismo mediático en todas las reuniones y foros internacionales.
Caracas, 31 de marzo de 2008
Danielle Bleitrach
Rebelión
La información que tenemos actualmente en Occidente emana esencialmente de Radio Free, una radio financiada por Estados Unidos, Radio Free Europa y Radio Free Asia. La información oficial que viene de China confirma parcialmente sus declaraciones, todo empezó con las manifestaciones de los monjes, pero degeneró en violencia. Por el contrario, las informaciones gubernamentales chinas afirman que los muertos son comerciantes chinos masacrados por bandas organizadas y, por lo tanto, desmienten la tesis de los disparos de la policía china.
El jueves, 13 de marzo de 2008, el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores acusó a los manifestantes de « buscar el desencadenamiento de conflictos sociales» . El sábado, al margen de las actuaciones de la Asamblea Nacional china, la agencia Nueva China describió así la situación: « Las manifestaciones de monjes budistas tibetanos contra el poder chino, que degeneraron el viernes en Lhassa, causaron 10 muertes y no figura ningún extranjero entre las víctimas» .
El jefe del gobierno regional del Tíbet, Champa Phunstok, afirmó que las fuerzas del orden no habían disparado. « Nosotros no abrimos el fuego, sin embargo seremos severos con estos criminales cuyas actividades tienen por objeto dividir la nación» , declaró el sábado Champa Phunstok a Associated Press al margen de la sesión anual del Congreso nacional del Pueblo, la asamblea legislativa china. Según Nueva China, « la mayoría de las víctimas eran comerciantes» .
Según la información de Radio Free, las manifestaciones promovidas por los monjes budistas tibetanos contra el poder chino degeneraron el viernes en Lhassa, la capital tibetana, pero los testigos habrían dado cuenta de los disparos de las fuerzas de seguridad y de los vehículos y comercios incendiados.
Siempre según la información de Radio Free Europa, resultaron muertas dos personas. Según Radio Free Asia, los soldados utilizaron gases lacrimógenos y también municiones reales que dispararon contra los manifestantes que incendiaron vehículos y comercios de propietarios chinos en el centro de la ciudad.
Radio Free Europa o Radio Free Asia también han citado testigos que informan de que vieron dos cuerpos que yacían en el suelo en el barrio de Barkor, donde se concentraron las manifestaciones. La radio mencionó un balance mayor sin proporcionar cifras.
China considera que el Tíbet es una parte integrante de su territorio. Así se considera en el plano internacional, mientras que en Occidente se piensa que los chinos invadieron el Tíbet en 1950.
El debate sobre el Tíbet
Efectivamente, desde el siglo XIII, el Tíbet pertenece al imperio chino y los monumentos imperiales tienen en sus frontones los textos escritos en las cinco lenguas chinas, entre ellas el tibetano, un imperio con sus departamentos feudales y su burocracia, incluso antes de que apareciese el budismo tibetano tal como existe actualmente. Los defensores de la independencia del Tíbet y del Dalai Lama consideran que el Tíbet era un simple feudo, un protectorado. En el plano histórico, los independentistas tibetanos explican que si la región del Himalaya hubiera sido antiguamente parte integrante de China, la región habría llegado a ser prácticamente independiente y acusan a China de que intenta destruir la cultura tibetana.
El Tíbet, en el marco del despedazamiento y la colonización de China, fue objeto de una rivalidad entre Gran Bretaña y Rusia. Gran Bretaña, implantada en la vecina India asumió, y siempre ha reconocido, la soberanía de China sobre este país que ocupó militar y comercialmente. En 1908 China, aprovechando la salida de los británicos, retomó el control del país.
Después llegó el hundimiento del imperio chino y la instauración de la República en 1911. Lo que rompió las relaciones personales de vasallaje que existían entre China y el Tíbet según los monjes tibetanos, quienes estaban en el grado más alto del feudalismo que practicaba la servidumbre. El decimotercero Dalai Lama proclamó la independencia del Tíbet y se negó a reconocer a la República china.
Gran Bretaña actuó como mediadora y propuso una división del Tíbet que China se negó a reconocer a pesar de que, en la práctica, los lazos se aflojaron y el gobierno teocrático del Dalai Lama amplió sus atribuciones. En 1950, el Ejército Popular de Liberación comunista volvió a entrar en el Tíbet, que consideraba que estaba gobernado por señores feudales, y no encontró resistencia. Se creó un gobierno del Tíbet que ha mantenido la religión y los monasterios.
Pero a partir de 1956 se han sucedido las rebeliones; en 1959 fue la insurrección de Lhassa. El Dalai Lama abandonó el Tíbet y se refugió en la India con 150.000 partidarios. La rebelión se reprimió severamente, los exiliados y las asociaciones para la independencia del Tíbet declararon un millón de muertos, pero en realidad las cifras, aunque considerables, no sobrepasaban los diez mil.
El gobierno comunista chino abolió la servidumbre y los terribles castigos corporales y explicó que se trataba de rebeliones fomentadas por los antiguos amos y los monjes. Mientras, las instancias religiosas en el exilio denunciaban, como sus partidarios occidentales, el ataque contra la cultura tibetana tanto como los atentados a los derechos humanos. Occidente, especialmente Estados Unidos, desarrolló este asunto de la espiritualidad tibetana vejada por los «invasores» chinos.
China considera que no sólo se trata de una región integrada en China desde el siglo XIII, sino que además la liberó del feudalismo y recientemente la ha comunicado construyendo un ferrocarril. Una región, por añadidura, indispensable para su seguridad y que es una vía hacia la India, con quien China tiene relaciones desde siempre. Mientras, el Dalai Lama y los exiliados, con Estados Unidos y las asociaciones para la independencia del Tíbet, consideran que se trata de una región independiente cuya cultura China pretende destruir.
Así, con los aspectos religiosos, los chinos habrían suprimido la medicina tradicional y la astrología. En torno al Dalai Lama, en la India, se reconstruyó dicha cultura con una Universidad de astrología, que se beneficia de grandes medios financieros de Estados Unidos. Los chinos afirman que la libertad religiosa se respeta, pero sus adversarios denuncian la desacralización de algunos aspectos de esta cultura que le haría perder su significado original.
Denuncian el asentamiento masivo de los chinos y una situación de exclusión de los tibetanos, así como las detenciones y la burla de los derechos humanos, incluso aunque reconocen una mejora en materia de derechos humanos. Los chinos dicen que la situación de los derechos humanos está mejor que bajo la servidumbre, donde las mutilaciones y los castigos corporales eran frecuentes; también afirman que mejoraron el estatus de la mujer y que han introducido el desarrollo, así como la conservación del medio ambiente y la preservación de la cultura local.
La riqueza de los comerciantes chinos es uno de los asuntos más convulsivos en el plano local y, sin duda, no es una casualidad que los ataquen. El contexto económico del desarrollo chino es testigo aquí, como por todas partes en el resto de China, de un crecimiento formidable ligado especialmente al turismo, pero ligado también a la expansión de las desigualdades y, actualmente, a una elevada inflación que dificulta el abastecimiento de las familias más modestas. En este sentido se puede pensar que las manifestaciones de los monjes dan lugar también a otras manifestaciones de cólera más relacionadas con la economía que seguramente multiplican y atizan los actos de delincuencia.
Los defensores de la causa tibetana temen que la nueva línea ferroviaria contribuya a acelerar la inmigración china al Tíbet y a vaciarlo más rápidamente de sus recursos naturales ya sobreexplotados. El gobierno tibetano en el exilio considera, en particular, que «el ferrocarril facilitará el control chino del Tíbet e implicará la llegada de numerosos emigrantes chinos». Pero para los chinos la emigración es, por ejemplo, los comerciantes chinos que llegan a París; el Tíbet forma parte de China y los movimientos de personas se hacen dentro del país. China es un país de intensas migraciones internas.
¿Está implicado el Dalai Lama?
Otra fuente de Dharamsala en la India, el Dalai Lama, ha pedido a China «que deje de utilizar la fuerza» contra las manifestaciones, en las cuales ve «una expresión del profundo resentimiento del pueblo tibetano». En un comunicado, el jefe espiritual de los budistas tibetanos en el exilio se declara «muy preocupado» por la situación en Tíbet y pide a Pekín «que responda al resentimiento de los tibetanos (…) con el diálogo». Por otra parte también exhorta a los tibetanos a «no recurrir a la violencia», lo que obviamente era el caso en la primera manifestación de los monjes, pero degeneró rápidamente en violencia. El Dalai Lama afirma que no está implicado en los acontecimientos del Tíbet, pero se puede dudar de su afirmación.
También tuvieron lugar manifestaciones de apoyo a los tibetanos en la India y Nepal, otra fuente de información. En Katmandú, Nepal, al menos a 12 monjes budistas han resultado heridos en choques con la policía en una manifestación pro Tíbet que reunió un millar de personas. También estallaron incidentes en Nueva Delhi, la India, donde se refugian el Dalai Lama y sus partidarios; y también hubo enfrentamientos entre manifestantes pro tibetanos que intentaban alcanzar la embajada de China y las fuerzas del orden. La policía india detuvo a varias decenas de personas.
Muchas de las imágenes que nos transmiten son imágenes de archivo o de estas manifestaciones indias.
Posición de los países occidentales
Aunque es posible que Occidente desarrolle campañas destinadas a sensibilizar a la opinión pública sobre la cultura propia del Tíbet, su espiritualidad burlada y la falta de respeto a los derechos humanos (1), en el plano internacional es difícil que los países occidentales que, tras Estados Unidos, favorecen estas campañas, no reconozcan el Tíbet como territorio chino. En ningún momento aparece el reconocimiento de un territorio independiente tibetano en el plano internacional incluso si, como vimos, Gran Bretaña propuso en el momento de la instauración de la República China una determinada autonomía y el reconocimiento de un poder «espiritual». Legalmente es difícil, si no imposible, reconocer esta independencia, por lo que, esencialmente, es sobre la represión y los derechos humanos donde actúa la intervención occidental.
Es también por lo que China ha reaccionado duramente ante el caso de Kosovo. Existe el ejemplo del despedazamiento de la antigua URSS, al que Putin puso el freno, y China calcula bien que la estrategia empleada para la antigua URSS y para la ex Yugoslavia puede ser aplicada. Como la mayoría de los países del mundo, China ha visto en Kosovo un precedente susceptible de conducir a una balcanización general con bases raciales, religiosas u otras.
De ahí una elección política: en primer lugar China ha respondido a la cuestión de los derechos humanos remitiendo a Estados Unidos a su propia responsabilidad en este ámbito y ha establecido, el 13 de marzo, un libro blanco sobre las violaciones de los derechos humanos en EEUU, pero no ha respondido directamente sobre la cuestión del Tíbet, que juzga un asunto interno. Hay dos muertos pero ninguno extranjero y eso no les concierne, dice. Habrá que esperar a que se publiquen las primeras fotos oficiales.
Estados Unidos y la Unión Europea pidieron a China que mostrara «contención». «Pekín debe respetar la cultura tibetana», afirmó por su parte Gordon Johndroe, portavoz de la Casa Blanca. El presidente estadounidense, George W. Bush, considera que «Pekín debe tener un diálogo con el Dalai Lama». Las autoridades estadounidenses recomendaron a sus ciudadanos que eviten viajar a Lhassa.
El viernes, la Unión Europea adoptó una declaración que llamaba a China a la «contención» en el Tíbet. «La presidencia eslovena nos propuso un texto, que aceptamos» en el que «se pide contención y que las personas detenidas en las manifestaciones pro Tíbet (…) sean liberadas», indicó el ministro francés de Asuntos Exteriores Bernard Kouchner, otra fuente de información.
Robert Menard de Reporteros sin Fronteras incitó a ejercer presión sobre China, que necesita tranquilidad para los juegos olímpicos que se celebrarán en agosto, para conseguir el fin de la represión. Las personalidades comprometidas desde hace bastante tiempo en la denuncia de China han tomado el tren en marcha; como Mia Farrow que desde hace meses promueve movilizaciones contra los juegos olímpicos y se significó en la campaña contra China en nombre de Darfur, ahora encabeza una campaña por el Tíbet y se presentó en la embajada de China a la cabeza de una delegación.
Por lo tanto tenemos una estrategia en su punto: promover las actuaciones de las ONG, los grupos tradicionalmente financiados por Occidente que se congregan contra un país afirmando que los derechos humanos, la «espiritualidad y la cultura autóctona están amenazados y que existen situaciones intolerables. Los países occidentales al principio no dicen nada porque saben que la legalidad internacional no está de su parte, pero apoyan la campaña pronunciándose sobre los derechos humanos y la represión. Y entonces China les reprocha la situación de Oriente Próximo y sus propias represiones.
Parece difícil imaginar actualmente una intervención militar contra China, pero se trata de mantener los lugares de rebelión potenciales y las campañas que creen una opinión.
(1) según su costumbre, los chinos se niegan a comentar lo que consideran un problema interno, al igual que la mayoría de los países no occidentales, de ahí la «rarificación» de cualquier información distinta de la occidental. China opta por responder, más generalmente, sobre la cuestión de los derechos humanos en Estados Unidos y los cuestiona. También hay que tener en cuenta la gran actividad diplomática de China en lo que Estados Unidos considera su «coto privado» en el Pacífico: las numerosas pequeñas islas bajo protectorado estadounidense. Hay que observar también la evolución política con respecto a Taiwán y los esfuerzos hacia la normalización de la situación con Japón. Y Estados Unidos, que mantiene en el Pacífico el poderoso VII ejército, tiene dificultades para mantener las alianzas belicistas que forman el tradicional cerco frente a China.
Obama, Clinton y la guerra
Naomi Klein y Jeremy Scahill
The Guardian
Los activistas contra la guerra deben cambiar sus tácticas electorales. Ni Clinton ni Obama tienen realmente un plan para finalizar la ocupación de Irak, pero se los podría obligar a cambiar su posición.
“¿Y?” dijo Dick Cheney cuando se le preguntó la semana pasada sobre el hecho de que la opinión pública esté abrumadoramente en contra de la guerra de Irak. “Por supuesto que no te puedes largar por unas encuestas”. Unos días después, su actitud respecto a que el número de soldados muertos en Irak había llegado a 4.000 mostró el mismo grado de simpatía. Se “pusieron voluntariamente el uniforme”, dijo el vice-presidente a ABC news.
Este grueso muro de indiferencia ayuda a explicar la paradoja en la que nos encontramos aquí en el campamento anti-guerra de EEUU 5 años después de la ocupación de Irak: el sentimiento contra la guerra es el más fuerte que ha habido, pero nuestro movimiento parece que está menguando. El 64% de los americanos dicen a los encuestadores que se oponen a la guerra, pero no lo dirías nunca a la vista del magro número de asistentes a las últimas concentraciones o noches de vigilia.
Cuando se les pregunta porqué no están expresando sus opiniones contra la guerra a través del movimiento anti-guerra, muchos te dicen que sencillamente han perdido la fe en el poder de las protestas. Marcharon contra la guerra antes de que empezase, marcharon en el primer, el segundo y el tercer aniversario… y aún así, 5 años después, los líderes de EEUU se alzan de hombros y sueltan un: “¿Y?”
Por ello es el momento de que el movimiento contra la guerra cambie sus tácticas. Deberíamos dirigir nuestras energías allí dónde aún puede tener cierto impacto: los principales candidatos demócratas.
Muchos sostienen algo distinto. Dicen que si queremos acabar con la guerra, deberíamos sencillamente elegir un candidato que no sea John McCain y ayudarle a ganar: ya nos ocuparemos de los detalles una vez los republicanos estén desalojados del 1600 de Pennsylvania Anevue. Algunas de las voces anti-guerra más prominentes – desde MoveOn.org hasta el Nation, la revista para la que ambos escribimos – han elegido este camino, y así han dado su apoyo a la campaña de Obama.
Ello es un error estratégico muy serio. Es durante una campaña fuertemente diputada que las fuerzas contra la guerra pueden tener el poder de cambiar de facto la política norteamericana. Tan pronto como elijamos un bando, quedamos relegados a un papel de simples animadoras.
Y cuando se trata de Irak, hay bien poco que aclamar. Si echamos un vistazo a la retórica que ha habido hasta el momento, está claro que ni Barack Obama ni Hillary Clinton tienen realmente planeado terminar con la ocupación. Sin embrago, se les podría forzar a cambiar sus posiciones, gracias a una batalla por las primarias singularmente larga.
A pesar de las peticiones a Clinton para que se retire en nombre de la “unidad”, es un hecho el que Clinton y Obama están todavía plenamente en liza, luchando ferozmente por cada voto, lo que da al movimiento contra la guerra la mejor posición para ejercer presión. Y nuestra presión es fatalmente necesaria.
Por primera vez en 14 años, los fabricantes de armamento están donando más a los demócratas que a los republicanos. Los demócratas han recibido el 52% de las donaciones políticas de este ciclo electoral hechas por la industria de defensa – muy superior al 32% de 1996. Ese dinero está encaminado a modelar la política exterior y, de momento, parece que se ha gastado bien.
Mientras que tanto Clinton como Obama denuncian con mucha pasión la guerra, ambos tienen planes bien detallados para continuarla. Los dos reconocen que pretenden mantener la enorme zona verde, incluida la monstruosa embajada de EEUU, y retener el control norteamericano del aeropuerto de Bagdad.
Tendrían desplegada una “fuerza de choque” dedicada a operaciones de contra-terrorismo, así como personal de entrenamiento para los militares iraquíes. Más allá de estas fuerzas militares de los EEUU, el ejército de diplomáticos de la zona verde necesitará medidas de seguridad fuertemente armadas, que actualmente aportan Blackwater y otras compañías de seguridad privada. En estos momentos hay tantos contratistas privados como soldados manteniendo la ocupación, así que esos planes podrían implicar decenas de miles de miembros de personal norteamericano atrincherados indefinidamente.
Con un marcado contraste respecto a esa ocupación reducida, llega el mensaje inequívoco de cientos de soldados que han servido en Irak y Afganistán. Irak Veterans Against the War (Veteranos de Irak Contra la Guerra), los cuales a principios de este mes llevaron a cabo las sesiones del Winter Soldier en Silver Spring, Maryland – basadas en la investigación Winter Soldier de 1971, en la que los veteranos testificaron sobre las atrocidades de los EEUU en Vietnam – no dan su apoyo a ningún candidato o partido. En cambio piden una retirada inmediata e incondicional de todos los soldados y contratistas norteamericanos. Cuando ha venido de activistas pacifistas, la postura del “fuera ya” ha sido criticada por naive. Es más difícil ignorarla cuando viene de los centenares que han servido – y siguen sirviendo – en el frente.
Los candidatos saben que mucha de la pasión que alimenta sus campañas proviene del deseo de muchos demócratas de base de terminar con esta desastrosa guerra. Pero lo crucial es que los candidatos ya han dado muestras de ser vulnerables a la presión del campamento por la paz. Cuando el Nation reveló que ninguno de los candidatos daba su apoyo a legislación que impidiese el uso de Blackwater u otras compañías de seguridad privada en Irak, Clinton cambió de rumbo. Se convirtió en el líder político de EEUU más importante que suscribía la prohibición – apuntándose un tanto respecto a Obama, quién se opuso a la guerra desde el principio.
Ahí es exactamente dónde queremos a los candidatos: superándose el uno al otro para demostrar en qué medida se toman en serio lo de acabar con la guerra. Ese tipo de batalla tiene el poder de activar a los votantes y romper con el cinismo que amenaza a ambas campañas.
Recordemos que, al contrario que la actual administración Bush, estos candidatos necesitan el apoyo de esos dos tercios de norteamericanos que se oponen a la guerra en Irak. Si la opinión se transforma en acción, ellos no estarán en condiciones de soltar un “¿Y?”
Naomi Klein es autora de numerosos libros, incluido el más reciente The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism. Jeremy Scahill es autor del best-seller del New York Times Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army.
La BBC al servicio de su Majestad
Reino Unido lanza su cadena de televisión en árabe utilizando a la BBC
mundoarabe.org
Desde que Al Yazira ganó la simpatía de la audiencia árabe por su línea independiente y nacionalista, muchos países occidentales empezaron a plantearse la posibilidad de lanzar sus canales en lengua árabe. Estados Unidos lanzó su canal Al Hurra, a los pocos meses de invadir Iraq, y fue un tremendo fracaso. Rusia lanzó su canal en lengua árabe en mayo de 2007, mientras el Gobierno francés está preparando el lanzamiento de sus cadenas en lengua árabe. Las potencias occidentales creen necesario mejorar su imagen en el Mundo Árabe para poder seguir influyendo en una región de alta importancia geopolítica y rica de petróleo.
12 años después de un primer intento fracasado, Gran Bretaña lanza su nueva cadena de televisión en árabe bajo las siglas de la BBC, con la intención de competir con el líder de noticias, Al Yazira.
BBC Arabic Television, destinada a Oriente Medio y a África del Norte, comenzará su difusión el martes, 11 de marzo, a las 10H00 GMT.
En un primer momento funcionará 12 horas por día, pero en el verano ya transmitirá las 24 horas.
Anteriormente, la cadena británica de radio y televisión BBC intentó conquistar el Mundo Árabe con una cadena de información en continuo lanzada en 1994.
La experiencia llegó a su fin en 1996 a raíz de un desacuerdo editorial con la empresa de dirección saudita que aseguraba su difusión por satélite, que le reprochaba su tratamiento de la actualidad del país.
Sus periodistas se diseminaron luego por otras redacciones árabes y algunos de ellos contribuyeron a la creación de Al Yazira, a finales de 1996.
La cadena nacionalista Al Yazira se impuso rápidamente como la primera cadena de televisión panárabe. El lanzamiento del canal prooccidental Al Arabiya en 2003, controlada por capitales sauditas y basada en Dubai, con el fin de competir con Al Yazira fue un fracaso retundo.
A pesar de un presupuesto de funcionamiento menor -19 millones de libras (25 millones de euros) al comienzo, y 25 millones de libras (33 millones de euros) cuando comience a difundir las 24 horas-, BBC Arabic Television espera hacerse un lugar junto a Al Yazira.
El Reino Unido aspira a lograr competir con Al Yazira, destacando la marca BBC: su experiencia única de información internacional y una cierta independencia editorial.
"Sólo hay dos cadenas de información en continuo fiables en la región y son percibidas como representantes de algunos puntos de vista y de algunos gobiernos", estimó Salah Negm, redactor en jefe de BBC Arabic Television.
"Un telespectador en Oriente Medio debe mirar los dos canales y sacar sus propias conclusiones", agregó. "Pienso que la BBC puede llegar e inmediatamente ofrecer un servicio en el cual los telespectadores puedan tener confianza", estimó.
BBC Arabic Television busca dirigirse a una audiencia de 20 millones de telespectadores por semana de aquí al 2010, una cifra que será difícil de alcanzar sabiendo que la cadena árabe Al Yazira – de línea editorial nacionalista e independiente- goza en la actualidad de una arrolladora audiencia que supera los 70 millones de teleespectadores. El objetivo de la cadena inglesa, según sus responsables, es alcanzar a 35 millones de personas a través de la televisión, la radio e internet en árabe.
Su relanzamiento fue posible por una controvertida reestructuración por parte del Gobierno británico del BBC World Service, el servicio de radio internacional de la BBC.
El cierre de algunos servicios extranjeros, sobre todo los que llegaban a Europa del este, y la supresión de unos 200 puestos de trabajo permitió obtener la financiación necesaria.
Esta nueva cadena se inscribe en el proyecto 'trimedia' de la BBC, que busca favorecer la integración de los tres soportes -televisión, internet y radio- y la interactividad.
Está acompañado asimismo de una reformulación del sitio internet en árabe ('bbcarabic.com') para incluir vídeos, entre otras cosas. Los programas de BBC Arabic, la radio en árabe, también fueron reformulados para reflejar este acercamiento multimedia.
Basándose en sus propias estadísticas, la radio BBC dice que más de 13 millones de oyentes en el mundo escuchan cada día sus noticiarios radiofónicos en varios idiomas. El servicio más antiguo en lenguas extranjeras de la BBC, fue lanzado por el Gobierno británico en enero de 1938
Por qué la UNESCO no puede asociarse con Reporteros sin Fronteras
Salim Lamrani
Rebelión
El 11 de marzo de 2008, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la UNESCO, decidió retirar su patrocinio al «Día por la libertad en Internet» organizado por Reporteros sin Fronteras (RSF), previsto el 12 de marzo. Marcio Barbosa, director general adjunto de la División de la libertad de expresión, de la Democracia y de la Paz de la institución, se negó a asociarse a las politizadas campañas de RSF (1).
RSF elaboró una lista de quince países «enemigos de Internet» de la que forman parte Arabia Saudí, Birmania, China, Corea del Norte, Cuba, Egipto, Etiopía, Irán, Uzbekistán, Siria, Túnez, Turkmenistán, Vietnam y Zimbabwe, cuya principal característica es que son naciones del Tercer Mundo. Ni un solo país occidental figura en esta lista. Pero no es sorprendente ya que Robert Ménard, secretario general de la organización parisina desde 1985, afirmó que sólo le interesaban los países subdesarrollados: «Decidimos denunciar los atentados contra la libertad de la prensa en Bosnia y en Gabón, así como las ambigüedades de los medios argelinos y tunecinos... pero no ocuparnos de las derivas francesas»: ¿Por qué razón? «Porque si lo hiciésemos corremos el riesgo de disgustar a ciertos periodistas, enemistarnos con los grandes patronos de la prensa y enfurecer al poder económico. Ahora bien, para mediatizarnos, necesitamos la complicidad de los periodistas, el apoyo de los patronos de la prensa y el dinero del poder económico» (2).
El secretario general de RSF criticó la decisión de la UNESCO en términos muy duros, falsos, irrespetuosos y groseros:
«No somos ingenuos. Varios de los Estados que forman parte de la lista de los quince ‘enemigos de Internet’ que hemos publicado hoy, han intervenido directamente con la Dirección General de la UNESCO. Marcio Barbosa, el director general adjunto de la organización, ha claudicado. La UNESCO no sale engrandecida con este asunto. Demuestra una gran cobardía en el momento en que los Estados que han conseguido que actúe así continúan encarcelando a decenas de internautas. Desgraciadamente, parece que hemos retrocedido veinte años, hasta la época en la que los regímenes autoritarios decidían el buen o mal tiempo en la Plaza de Fontenoy de París. Que la UNESCO se haya bajado los pantalones así, pone de manifiesto la importancia de este día y de la movilización contra los Estados censores» (3).
Pero la realidad es otra. La UNESCO explicó que se vio «obligada a retirar su patrocinio tras la publicación, por parte de RSF, de información que no cumple con el acuerdo convenido entre ambas organizaciones con respecto a este evento». En efecto, RSF publicó «material relativo a una serie de Estados miembros de la UNESCO, sobre el que la UNESCO no recibió ninguna información y, por lo tanto, no podía respaldar. Además, en esas comunicaciones figuraba el emblema de la UNESCO de tal manera que parecía indicar el apoyo de la UNESCO a la información presentada». Así, la entidad parisina utilizó abusiva y fraudulentamente el prestigioso nombre del organismo de las Naciones Unidas para promover su propia agenda política y otorgarse una credibilidad que no tiene (4).
Varias fuentes diplomáticas de la UNESCO declararon que la organización había tomado su decisión en virtud de la «reiterada falta de ética» de RSF en su voluntad de desprestigiar a determinados países (5).
Los diplomáticos consultados no están equivocados. En efecto, la lucha de RSF a favor de la libertad de la prensa es muy selectiva. Oficialmente, Robert Ménard se muestra firme y categórico: «A partir de ahora, todos los 12 de marzo llevaremos a cabo acciones para denunciar la cibercensura en el mundo. La creciente represión de los bloggers y los, cada vez más numerosos, cierres de sitios de Internet, necesitan una movilización así, reclaman una respuesta» (6).
Pero esta posición inicial se desmorona completamente ante la realidad. El combate de RSF nunca toca a los poderosos. Una información que apareció en el prestigioso New York Times ilustró el doble discurso de la entidad francesa y demuestra que en realidad RSF no está interesada de ninguna manera en «la cibercensura en el mundo».
Cuando Washington censura Internet
En su edición del 4 de marzo de 2008, el célebre diario neoyorquino relató una historia surrealista de censura en Internet, que demuestra el alcance irracional y fanático de las sanciones económicas que Estados Unidos impone a Cuba desde 1960 (7).
Steve Marshall, ciudadano británico que reside en España, trabaja en una agencia de viajes y propone vacaciones a los turistas, especialmente en Cuba. En octubre de 2007, el 80% de sus sitios Web dejaron de funcionar por culpa del gobierno de Washington. «Fui al trabajo por la mañana y descubrí que no teníamos ninguna reserva. Pensamos que se trataba de un problema técnico», indicó Marshall (8).
En realidad, los sitios Internet de este ciudadano británico habían sido ubicados en la lista negra del Departamento del Tesoro estadounidense. La empresa eNom, que le vendió el nombre del dominio, con sede en Bellevue, Washington, había recibido por parte de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (Office of Foreign Assets Control, OFAC) la orden de desactivar los sitios, originando un serio perjuicio económico a Marshall, que tuvo que dirigirse a un servidor europeo (9).
El empresario inglés declaró su asombro. «¿Cómo es posible que sitios Web que pertenecen a un ciudadano británico y operan en una agencia de viajes española puedan ser afectados por la ley estadounidense?». John Rankin, portavoz del Departamento del Tesoro, justificó la acción subrayando que la agencia podía vender estancias a ciudadanos estadounidenses quienes, en virtud de la legislación de su país, no pueden viajar a Cuba aunque sean perfectamente libres de ir a China, Vietnam e incluso Corea del Norte (10).
El New York Times tiene razón cuando señala que el bloqueo atenta contra la libertad de todos. Este ejemplo ilustra el carácter extraterritorial –y por lo tanto ilegal– de la legislación estadounidense contra Cuba. RSF no se ha dignado denunciar esta «cibercensura». En este caso, no hay ninguna «movilización» ni «respuesta» pues el responsable denunciado es la primera potencia mundial.
Por qué Reporteros sin Fronteras no es de fiar
La UNESCO se negó a asociarse a la campaña política de RSF con razón. En efecto, los antecedentes de la organización parisina son graves. He aquí algunos ejemplos:
- RSF hizo apología de la invasión de Iraq afirmando que «el derrocamiento de la dictadura de Sadam Husein puso término a treinta años de propaganda oficial y ha abierto una nueva era de libertad, llena de esperanzas e incertidumbres, para los periodistas iraquíes». La organización añadió que «para los medios iraquíes, decenios de privación total de libertad de prensa llegaron a su fin con el bombardeo del ministerio de Información, el 9 de abril en Bagdad» (11). Igual que Bush, Ménard piensa que la «democracia» puede exportarse legítimamente mediante bombardeos asesinos.
- RSF se ha acordado muy tarde –cinco años después– del caso del periodista de la cadena de televisión qatarí Al Jazeera, Sami Al-Haj, y únicamente después de que se publicaran varios artículos criticando este «olvido». Ahora, la organización reconoce que el periodista fue arrestado «con falaces pretextos de relaciones con Al Qaeda». «Por no saber si Sami Al-Haj fue arrestado en calidad de periodista y por falta de información sobre él, RSF ha esperado antes de llevar a cabo otras acciones» (12).
Por lo tanto, RSF ha necesitado cinco años para descubrir que Sami Al-Haj había sido arrestado, secuestrado y torturado sólo por su condición de periodista. Quizás sea la razón por la que el periodista sudanés ha desaparecido de los informes de 2004 y 2005 en los que RSF enumera a todos los periodistas encarcelados en todos los rincones del planeta (13).
RSF reconoce que su «silencio» en cuanto a Sami Al-Haj era «culpable» y que su «declaración es una confesión de esta culpabilidad». Mediante este mea culpa, RSF quiere hacer creer que el caso de Al-Haj no era más que un lamentable «olvido» que, incluso aunque lleve cinco años preso, no tiene nada que ver con el hecho de que el periodista esté detenido por el ejército estadounidense (14).
En este caso, ¿por qué RSF permaneció silenciosa en cuanto a Bilal Hussein, un periodista y fotógrafo iraquí de la agencia de prensa Associated Press (AP), encarcelado por las tropas de ocupación el 12 de abril de 2006 en Iraq, es decir, desde hace más de cinco meses, y sólo se preocupó de su suerte después del 27 de septiembre de 2006 (15), únicamente porque este olvido fue criticado? (16).
- El 15 de marzo de 2004, RSF publicó un informe, sobre los asesinatos premeditados del cámara español José Couso y su colega ucraniano Taras Protsyuk por los soldados estadounidenses, que exoneraba de toda responsabilidad a los militares responsables del crimen (17). La carta abierta que envió la familia de José Couso a RSF es muy clara:
«La familia Couso, ante el informe publicado por Reporteros sin Fronteras ‘Dos asesinatos por una mentira’, quiere manifestar lo siguiente:
Las conclusiones de este informe exculpan a los autores materiales y reconocidos del disparo al Hotel Palestina, con base en la dudosa imparcialidad de los ‘encamados’ y en el testimonio de los propios autores y responsables del disparo, trasladando la responsabilidad a personas no identificadas.
El informe ha sido firmado por un periodista, Jean Paul Mari, que tiene conocidas relaciones con el coronel Philiph de Camp, militar que reconoció su implicación en el ataque y las muertes de los periodistas del hotel Palestina; y además, dicho informe se apoya en los testimonios de tres periodistas encamados en el ejército de EEUU, todos ellos estadounidenses, y de los cuales algunos -Chris Tomlinson- habían formado parte de los servicios de inteligencia del ejército de Estados Unidos durante más de siete años. Ninguno de los periodistas españoles que se encontraban en el hotel ha sido consultado para la elaboración de este documento.
El informe contiene numerosos errores, contradicciones e irregularidades en lo referente a datos importantes como la situación de las habitaciones del hotel, el lugar de impacto del disparo, la ubicación de los testigos, etc.
Además nos parece una absoluta falta de delicadeza la biografía tan ‘humana’ que se hace de los asesinos de José Couso Permuy y Taras Protsyuk, culminando el agravio con el agradecimiento a los militares estadounidenses por su colaboración en el informe.
Reporteros Sin Fronteras -sección española- solicitó su adhesión a la querella presentada por la familia, el día 27 de Mayo de 2003, contra los responsables de la muerte de José Couso. Ante la publicación de este informe que, según su versión, les excluye de responsabilidad en el asesinato de los periodistas del hotel Palestina, es absolutamente incoherente y contradictoria la continuidad de su organización en el ejercicio de la acción popular en las diligencias abiertas en la Audiencia Nacional.
Por este motivo expresamos el deseo de la familia de que retiren su solicitud para personarse en las diligencias abiertas en la Audiencia Nacional para ejercer la acción popular» (18).
El 16 de enero de 2007, el juez madrileño Santiago Pedraz emitió una orden de arresto internacional contra el sargento Shawn Gibson, el capitán Philip Wolford y el teniente coronel Philip de Camp, responsables de los asesinatos de Couso y Protsyuk exonerados por RSF. El 24 de mayo de 2007, el juez Pedraz rechazó la apelación del fiscal Jesús Alonso interpuesta el 18 de mayo de 2007, quien alegó que los indicios eran insuficientes, y confirmó el enjuiciamiento de los tres criminales escandalosamente absueltos por RSF (19).
- Haití, bajo la presidencia de Jean-Bertrand Aristide, también fue blanco de RSF. Cuando el presidente fue derrocado por un golpe de Estado que orquestaron Francia y Estados Unidos, RSF aplaudió calurosamente el golpe titulando ruidosamente: «La libertad de prensa recuperada: una esperanza a mantener» (20).
- Venezuela y el presidente Hugo Chávez, aborrecido por la administración Bush, también han sido objetivos privilegiados de RSF. Durante el golpe de Estado de abril de 2002, Robert Ménard se guardó de denunciar el papel principal que desempeñaron los medios privados opuestos al presidente elegido democráticamente. Peor aún, el 12 de abril de 2002, RSF publicó un artículo que se hacía eco sin ninguna reserva de la versión de los golpistas y trató de convencer a la opinión pública internacional de que Chávez había renunciado:
«Recluido en el palacio presidencial, Hugo Chávez firmó su renuncia durante la noche bajo la presión del ejército. Después fue llevado a Fuerte Tiuna, la principal base militar de Caracas, donde está detenido. Inmediatamente después, Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, anunció que dirigiría un nuevo gobierno de transición. Afirmó que su nombre era el resultado de un ‘consenso’ de la sociedad civil venezolana y la comandancia de las fuerzas armadas» (21).
RSF todavía persiste en su guerra de desinformación contra el gobierno democrático de Hugo Chávez.
- RSF reconoce que recibe dinero del Center for a Free Cuba (22), una organización de extrema derecha, financiada por Estados Unidos, cuyo objetivo es derrocar al gobierno cubano, como estipulan sus estatutos. Esto explica las violentas campañas anticubanas que ha orquestado la entidad parisina, particularmente la agresión contra la embajada cubana de París en abril de 2003. Incluso pretende que nunca ha ocultado estas subvenciones, de las que se beneficia desde 2002 (23). Eso es falso pues las subvenciones no aparecen en las cuentas de 2002 y 2003.
RSF omite también que el director de este organismo es un tal Franck Calzón, que en el pasado fue uno de los presidentes de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), la cual, como declaró José Antonio Llama, uno de sus antiguos directores, está gravemente implicada en el terrorismo contra Cuba (24). Llama había confesado: «Estábamos impacientes por la supervivencia del régimen de Castro tras el derrumbe de la Unión Soviética y el sistema socialista. Queríamos acelerar la democratización de Cuba empleando cualquier medio para lograrlo» (25).
Así, RSF recibe financiación de un organismo cuyo director es ex dirigente de una organización terrorista.
- RSF confiesa también que Washington la subvenciona mediante la National Endowment for Democracy (NED): «Efectivamente, recibimos dinero de la Ned… Y esto no nos plantea ningún problema» (26). La NED se creó por el gobierno de Ronald Reagan en 1983, en una época en que la violencia militar había remplazado a la diplomacia tradicional en el enfoque de los asuntos internacionales. Gracias a su poderosa capacidad de penetración económica, la NED tiene como objetivo debilitar a los gobiernos que se oponen a la política exterior hegemónica de Washington (27).
¿Qué es la NED exactamente? Simplemente una oficina pantalla de la Central Intelligence Agency, según el New York Times, que señalaba en marzo de 1997 que la NED «se creó hace 15 años para llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la Central Intelligence Agency (CIA) durante decenios. Gasta 30 millones de dólares al año para apoyar a partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en docenas de países” (28).
En septiembre de 1991, Allen Weinstein, que contribuyó a pasar la legislación donde se establecía la NED, declaraba al Washington Post: «Mucho de lo que hacemos hoy ya lo hacía la CIA de manera encubierta hace 25 años» (29).
Carl Gershman, primer presidente de la NED, explicó la razón de ser de la Fundación en junio de 1986: «Sería terrible para los grupos democráticos de todo el mundo presentarse como financiados por la CIA. Vimos esto en los años 60 y por eso pusimos fin a ello. Es porque no podíamos seguir haciéndolo por lo que se creó [la NED]» (30).
RSF, en realidad, está financiada por una oficina pantalla de la CIA según Weinstein, el New York Times y Gershman, lo que explica sus posiciones contra Iraq, Haití, Cuba, Venezuela y otras naciones en el punto de mira de Washington. La labor de RSF es tan apreciada por la Casa Blanca que el primer informe de la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre –cuyo objetivo es enviar otra vez a Cuba a su estatus neocolonial– publicado por Colin Powell en mayo de 2004, que aumenta drásticamente las sanciones contra Cuba, cita una sola organización no gubernamental como ejemplo a seguir: la que dirige Robert Ménard (31).
Orgulloso de esta distinción, Ménard llegó incluso a legitimar la tortura, siguiendo la decisión del Congreso estadounidense de legalizarla en octubre de 2006 (32). El 8 de marzo de 2008, el presidente George W. Bush puso su veto a un proyecto de ley cuyo objetivo era prohibir el uso del waterboarding, una cruel técnica de tortura que inflige a la víctima una terrible sensación de ahogo (33). Durante el programa de radio «Contre-expertise», presentado por Xavier de la Porte en France Culture el 16 de agosto de 2007 de 12:45 a 13:30h., el secretario general de RSF afirmó que era legítimo torturar a sospechosos para salvar la vida de inocentes, retomando el argumento de las más espantosas dictaduras y desde luego de la administración Bush. «Si mi hija fuera secuestrada no habría ningún límite, se lo digo, se lo digo, no habría ningún límite para la tortura», afirmó. No sólo legitima la tortura, posición moralmente insostenible incluso contra criminales, sino que además pone en tela de juicio la presunción de inocencia (34).
Una sabia decisión de la UNESCO
La UNESCO tomó una sabia decisión al decidir no asociarse con una entidad tan tenebrosa como Reporteros sin Fronteras. «La defensa de la libertad de prensa» no es más que una cortina de humo. Su agenda política oculta ya es demasiado evidente y su ensañamiento contra algunas naciones que se encuentran en la lista negra de Estados Unidos no es en absoluto fruto del azar. Reporteros sin Fronteras está, realmente, al servicio de gobiernos y poderosos intereses económicos y financieros.
Salim Lamrani es profesor, ensayista y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006). Acaba de publicar Double Morale. Cuba, l’Union européenne et les droits de l’homme (Paris: Editions Estrella, 2008).
Contacto: lamranisalim@yahoo.fr
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.
Declaración de Caracas del Primer Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático
Rebelión
1. Periodistas, comunicadores y estudiosos de la comunicación de América Latina, el Caribe y Canadá, reunidos en Caracas en este Primer Encuentro Latinoamericano contra el Terrorismo Mediático, denunciamos el uso de la falsificación por las transnacionales informativas como una agresión masiva y permanente contra los pueblos y gobiernos que luchan por la paz, la justicia y la inclusión.
2. El terrorismo mediático es la primera expresión y condición necesaria del terrorismo militar y económico que el Norte industrializado emplea para imponer a la humanidad su hegemonía imperial y su dominio neocolonial. Como tal es enemigo de la libertad, de la democracia y de la sociedad abierta y debe ser considerado como la peste de la cultura contemporánea.
3. A nivel regional, el terrorismo mediático, utilizado como arma política en el derrocamiento de gobiernos democráticos de países como Guatemala, Argentina, Chile, Brasil, Panamá, Grenada, Haití, Perú, Bolivia, República Dominicana, Ecuador, Uruguay y Venezuela, está siendo empleado hoy para sabotear cualquier acuerdo humanitario o salida política al conflicto colombiano y para regionalizar la guerra en la zona andina.
4. La actual lucha democrática en Ecuador, Bolivia y Nicaragua, junto a Brasil, Argentina, Uruguay y México, confirma la voluntad política de nuestras sociedades para desbaratar la agresiva y simultánea campaña de difamación de las transnacionales informativas y de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Cuba y Venezuela representan con claridad los hitos más vigorosos de esta batalla aún inconclusa. Por otra parte, estamos obligados a redoblar nuestros esfuerzos ante la dramática situación por la que actualmente atraviesa el periodismo democrático en Perú, Colombia y otras naciones.
5. Este Encuentro Latinoamericano mostró la necesidad de crear la Plataforma Internacional contra el Terrorismo Mediático, que convoca a un nuevo encuentro, a realizarse en un plazo no mayor de dos meses, para lo que actuará en conjunto con otras organizaciones como la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), que en el crecimiento de la conciencia de los pueblos latinoamericanos y caribeños ha defendido con ejemplaridad el derecho a la verdad y a la divisa que sustenta sus principios: Por un periodismo libre en patrias libres.
6. Empecinada en criminalizar todas las modalidades de lucha y resistencia popular, so pretexto de una falaz noción de seguridad, la administración fundamentalista de George W. Bush ha sido responsable de la sistemática agresión terrorista de los últimos años contra los medios de comunicación alternativos, populares, comunitarios e incluso algunos empresariales.
7. La información no es una mercancía. Tal como la salud y la educación, la información es un derecho fundamental de los pueblos y debe ser objeto de políticas públicas permanentes.
8. Convencidos de que esta historia empezó hace 200 años, ratificamos el compromiso de quienes en ella nos precedieron con el propósito de ajustarnos a un ejercicio ético de nuestra profesión, apegados a los valores de la democracia real y efectiva y a la veracidad que se merece la diversidad de pensamientos, creencias y culturas.
9. No sólo la SIP, sino grupos de choque como Reporteros Sin Fronteras, responden a los dictados de Washington en la falsificación de la realidad y la difamación globalizada. En este contexto, la Unión Europea cumple un rol vergonzoso que contradice la heroica lucha de sus pueblos contra el nazi-fascismo.
10. En la forja de la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños, los firmantes de esta Declaración llamamos a los profesores y estudiantes de comunicación social a considerar al terrorismo mediático como uno de los problemas centrales de la humanidad. Convocamos a los periodistas libres a comprometerse a redoblar sus esfuerzos en pos de la paz, el desarrollo integral y la justicia social.
11. En este espíritu, exhortamos a los jefes de Estado de América Latina y El Caribe a incluir el tema del Terrorismo mediático en todas las reuniones y foros internacionales.
Caracas, 31 de marzo de 2008
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